Este blog personal estuvo activo de marzo de 2008 a julio de 2010. La continuación está en jeri4queen.blogspot.com

lunes, 29 de marzo de 2010

Decoradora

El muro de la presunción o "Antes muerta que sencilla".



Bien artística yo (ajá)

Ya pues, pónganse a leer:
En Recolectivo me puse existencial y robavidas (dicen)
Y en Repollo un poco equivocadiza (dicen también)

viernes, 26 de marzo de 2010

3/15 Chilangas

III.

Los zapatos de tacón le dan significado a ser mujer. Como aquellas, son bellos y tortuosos. Vienen mil texturas, colores y formas diferentes. Cada par tiene un alma gemela en forma de vestido y sus accesorios. Aunque por supuesto, ser infiel de vez en cuando con un pantalón no es pecado mortal. Pero sobre todo, sólo con los zapatos de tacón es posible anunciar una entrada triunfal.
Por eso comencé a coleccionarlos y después, a usarlos.

Mi esposa dijo que era un fetichismo enfermo. Mi madre, que era la crisis de los cuarenta. Por fortuna, mi padre está cremado, de lo contrario se hubiera levantado de su tumba. Yo sigo sospechando que en realidad lo que les molesta es la idea de compartir el poder que siete centímetros más de alto les da.

Con lo que me sobró del divorcio, renté un departamento y me compré vestidos que les hicieran juego. Me tomó un poco de tiempo para aprender a andar bien en tacones y vestidos. Tuve que acostumbrarme sentir la tela sobre mis pantorrillas y el aire correr libremente por mis huevos. Pero una vez dominado el paso, comencé a salir vestido de mujer.

Afortunadamente, para que en esta ciudad llames la atención, debes pertenecer a alguna tribu urbana de moda, como emos o darketos. Por eso, el llevar vestido y tacones siendo un hombre delgado, lampiño y sin facciones toscas, pasa por completo desapercibido. Siempre tenemos tenemos mucha prisa por esquivar al de enfrente, como para tomarnos unos segundos y pensar si el bulto casi atropellamos es hombre o mujer.

Los pocos amigos que me quedan y con quienes salgo muy de vez en cuando (siempre bajo la advertencia de ir vestido de machín), me preguntan si me siguen gustando las mujeres. Como si alguna vez me hubiera vuelto maricón. No los critico y tampoco esperaba que me entendieran cuando decidí mostrarme como soy: un hombre que gusta vestirse de mujer.

Enseñarme tal cual soy es lo más difícil que he hecho. Al sincerarme con la gente que me importa a pesar de prever su reacción, su negativa y su crítica fue una patada en los huevos. No había salida más honesta me repito cada vez que la incertidumbre, la soledad y la depresión amenazan mi cabeza. Cuando el dolor de saberme negado o minimizado vuelven en cada llamada o reunión familiar.

“No es más que ropa: tacones y vestidos”, les repito sin éxito y con la esperanza de ser aceptado. Pero bueno, supongo que si voy a andar triste por la ciudad, es mejor hacerlo en tacones.

martes, 23 de marzo de 2010

Soy una escritora pagada y otras chingaderas.

Ayer fui a chilangolandia con el objetivo de cobrar el cuentito que hice para la revista Donde-Ir (¿ya la compraron? Sólo sale en el DF y sólo este mes). Después de 4 transbordos de metro y un taxi, por fin llegué al lugar (Polanco), donde una señorita muy amable me dijo que me había pasado por 73 pesos en el recibo, pero que no importaba, ya verían como meterlo. Llené hojas, cedí derechos presentes y futuros de mi cuentito “Torta de Tamal” y extendí la mano para recibir el millonario cheque. Resulta que hasta mayo me pagan. Ni pex. ¿Qué tanto son 7 días sin comer?

A las 6 de la tarde emprendí mi regreso desde Polanco a casa de mi abuelita (en serio), avecindada en Tlalnepantla, Estado de México. A las 7:30 traía un hambre chilanga por lo que me chingué una torta caliente llamada submarino. El pan con jamón me dio valor para meterme al metro, donde los vagones eran mostros de metal que escupían chilangos. Cuando por fin pude entrar al vagón, lo hice con estilo rockero: alzada entre brazos.

No cierto, pero casi. Como sea, creo que los chilangos tienen esa mezcla de demencia y buen humor necesaria para enfrentar apachurrones de esa índole. El griterío de "desalojenlé!" "dejen bajar!" "circulando / circulando!" estaba muy divertido, ja.

Salí de la Raza y tomé el minibús a casa de mi abuelita. Cuando me bajé en la iglesia donde me bautizaron, me salió un lobo y corrí sin voltear atrás. Capaz que era un sacerdote. Llegué casi a las 9 con dolor de piernas y espalda. Soy repueblerina, me cae.

Y bueno, estos días he estado leyendo harto. Uno No Sabe de Mónica Lavín tiene cuentitos que se me antojan semi-autobiográficos, por lo que estoy pensando seriamente en aprovechar mi bio y hacerle al cuento. Su narrativa es ágil y sencilla, aunque algunos cuentitos son medios Blah, otros, como el de los padres carnívoros, la coqueta tragona o la reportera subida a diosa me latieron.

Mecenas, de William Rotsler es un cuentito que viene en una antología de CF del que la mitad me gustaron y otros me los salté porque no entendía ni madres. Pero ese lo amé. Amé la personalidad ecuánime y estoica del protagonista y cómo describe a sus grandes pasiones: el arte y su mujer.

Afortunadamente, ya le estoy hallando el pedo a tanta palabrería de Delirio, de Laura Restrepo. Y es que no mamen, ni está tan complicado, más bien no me atrapa. Pero soy necia y ese sí que lo pienso acabar.

También he andado de metiche en conferencias magistrales de mi facu. (Me siento muy chingona cuando digo “facu”). Fui a un ciclo de conferencias de la llegada del tren a México y a Querétaro, así como su influencia en la Revolución. Y andaba de masona en unas conferencias de Derechos Humanos con Roberto Blancarte, una chingonería de señor. Otra de las excomuniones de Morelos e Hidalgo.

La dieta va mal y los perritos van bien.
Life is good.

Los budistas son los peores

Hace algunos años, cuando era más joven y menos sabia, vivía en Madrid. “La calor" -como dicen en aquellas latitudes- aún se negaba a mostrarse por completo, no así mi calentura. Habían pasado 4 meses desde mi cambio de continente y la misma cantidad tiempo sin que nadie me hiciera un "favorcito" (aunque fuera malo) y como que ya tenía cosquillas.

Estábamos en una borrachera cuando conocí a Malik, un francés tan bonito que me hizo preguntar si no era yo medio lesbiana: ricitos rubios, ojos claros, nariz aguileña, pestañotas… ya saben, una niña sin tetas. Los ebrios del lugar eran en su mayoría eran latinos, por lo que la conversación sudaca / competitiva había alcanzado un punto álgido: colombianos y venezolanos estaban a punto de volverse a declarar la guerra por el control de la frontera.

Con el fin de no participar en divisiones políticas que atentaran contra los ideales de Bolívar y San Martín, busqué al güerito franchute. Comenzamos a platicar de temas internacionales de gran relevancia, como el impacto de la guerra franco-prusiana como disparador económico del sorgo alemán. Malik comenzó a hablar muy entusiasta, casi como un orador de las naciones unidas. En mi semiebriedad me di cuenta de su nulaebriedad. Le pregunté la causa de su abstinencia y mirándome directamente a los ojos me dijo: “Soy budista y no necesito el alcohol para divertirme”.

(tó-ma-la, pin-che bo-rra-cha)

jueves, 18 de marzo de 2010

Escribator

Buscando un libro harto loco que no venden en el Sótano (chiste interno), encontré que el autor tiene un blog im-per-di-ble:

Apuntes de un escritor malo
Por fin la controvertida columna que ningún editor quiso publicar: "Hola, mi nombre es Anónimo Hernández. Soy un escritor malo, me gustan la reiteración y el efecto cacofónico. Tiendo a lo superficial y nunca he podido estructurar una buena estructura. Como sea, escribo lo que me da la gana". Un nuevo texto cada 30 días, no te lo pierdas.

Casi nos hacemos pipí al leer lo siguiente. Y poquito menos (pero que aún es un chingo) con éste.

ESCRIBATOR
por Anónimo Hernández

Jamás sospeché que una huelga de escritores en Hollywood traería a varios productores a las puertas de mi casa. Al principio me sorprendí y supuse que debía tratarse de una confusión, pero viéndolo bien, resultaba natural. En su momento me lo expliqué así: yo no estoy en huelga; les salgo más barato; y sus obras son tan malas como las mías.
Provenientes de varios estudios cinematográficos, los hollywoodenses me pasaron montones de películas (que nunca pude ver porque mi tele no funciona desde hace años), lo mismo que algunas carpetas con recomendaciones técnicas; de entre éstas, hubo una que llamó mi atención y terminó por persuadirme: “En el desarrollo de sus historias, siéntase libre de mezclar distintos tipos de géneros, personajes, lugares. Por ejemplo: combine millonarios con vampiros; zombies con jugadores de hockey; drama con horror…”, etcétera.
Con tantas licencias poéticas pensé que sería una tarea de lo más fácil, pero después resultó que no se me ocurría nada. Pasaron días tan tranquilos y soleados que no se inquietaba ni mi imaginación. Días que se convirtieron en semanas.
Hasta que comenzaron las llamadas de larga distancia. A diferencia de los escritores gringos, a mí me pagarían a destajo y sin adelanto alguno. Y aún así los telefonemas fueron aumentando y recrudeciéndose hasta que llegaron a las amenazas de demandas legales, de vetos, y hasta de extradición, como si fuera un narco. No me sentí en posición de reclamar nada, por el contrario, me asusté tanto que me escondía bajo la mesa cada vez que sonaba el teléfono. Me aboqué a seguir las sugerencias que me habían dado con el fin de inventarme un sistema creativo, cuyos generales enumero aquí.
Primero, vinieron a mi mente (a mi rescate) varios amigos de juventud, principalmente el Gumaro. Éramos un grupillo de golfos que bebíamos cerveza refugiados en los zaguanes de distintas vecindades. Una noche, el Gumaro, embelesado por una película en boga, y ya medio pedón, pidió que a partir de entonces le llamáramos el Terminator.
–No seas ridículo…
–Qué tiene…
–Nadie inventa su propio apodo.
–Además, te pondríamos el Kelvinator, no el Terminator…
–A huevo, tienes más cuerpo de estufa que de refrigerador!
–JAJAJAJA…
Allí hallé mi primer componente.
El segundo provino de otro héroe fílmico de la época, Robocop, cuya indumentaria lo hacía más impresionante que Schwarzenegger –con todo y su cara de robot, su inglés de robot y su mentalidad de robot–: un exoesqueleto metálico y resplandeciente le quedaba de maravilla a mi protagonista.
El tercer elemento sólo podía provenir de lo único que me importa en la vida. Mi superhéroe, inmerso en un medio ignorante y vulgar, buscaría hacer justicia a una de las máximas manifestaciones del hombre: la Literatura Universal.

Saliendo de un auto futurista en plena colonia Doctores, estremeciendo el pavimento a cada paso bajo el peso de su armadura, cobró vida Escribator, el Defensor de las Letras.
Escribator. Un nuevo héroe, un héroe para nosotros.
Escribator: mitad androide, mitad estufa.
Sobre su pecho destacaba una especie de teclado de computadora que activaba parte de sus artilugios bélicos. Su casco simulaba un ratón (de computadora, no de biblioteca). Y de sus puños sobresalían dos finos cañones en forma de pluma fuente. Una chingonería. Sobre todo porque su arsenal producía sonidos como: Pfffffffffff! Yyyiiikkk! Chiu-chiu-chiu!
En pleno Bronx mexicano, un barrio muy cabronx, Escribator inició su labor justiciera contra lo primero que le indignó: los anuncios de negocios que leían: “Hamburgesas y jodogs”, “Proibido miar aqui”, “Tortas gigantes Las Moustrosas”, “Jugos y Yugurs”, “Cluchs y amortigüadores”, etcétera, achicharrándolos con su lanzallamas: Pfffffffffffff!
El héroe prosiguió sus labores aplicando el infamante Calzón Chino a todos aquéllos que escuchaba diciendo cosas como “mas sin embargo” o peor aún “mas sin en cambio”.
–A-la-alberca! –comenzó a sentenciar, como parte del folclor heredado de su tío el Kelvinator, con una voz robótica que, mas sin en cambio, recordaba mucho al Charro Avitia.
La gente gritaba dispersándose por las calles presa del pánico:
–Corran!
–Huyamos a estudiar gramática!
Implacable, Escribator centró después su atención en los puestos de periódicos. Revisó las revistas de chismes, las publicaciones deportivas, los semanarios sensacionalistas. Al llegar a los suplementos culturales, por un error de su creador –o sea, mío–, se vio imposibilitado para maniobrarlos hábilmente. En busca de un buen escritor, las lajas de papel se escurrían entre sus dedos mecánicos desfoldándose y volando por los aires, cual gaviotas a la mar.
Yyyiiiikkkk. Quedaron reducidos a tiras.
Enfurecido ante tanta ignominia lingual, Escribator tiraba los kioskos y les prendía fuego con su lanzallamas, dejando un panorama de destrucción tras de sí. En ese momento me di cuenta que la limpieza literaria, propósito para el que fue creado, estaba yendo muy lejos, casi como la limpieza étnica de los Balcanes.
Y al igual que otras bestias creadas por el hombre –creadas concretamente por un escritor– Escribator finalmente cobró vida propia.
Ha dejado de obedecerme. Ahora zarandea policías, voltea patrullas.
–A la alberca!… A la alberca!
Errando pero no errando, ha cruzado ya por varios barrios, populares y popoff…
Pero esperen!… Oh my God!… No! Ahora se perfila hacia una afamada casa de libros!
–Detente, esto es demasiado!
Entra destruyendo las puertas de la librería y reduciendo a escombros las mesas de novedades.
–A la alberca!
Se detiene cerca de las promociones como si revisara internamente los comandos a ejecutar:
–Primero-los-aburridos –sentencia su voz metálica.
–No, Escribator, acabarás con los teóricos, con los historiadores, los filósofos…
Chiu-chiu-chiu. Lanza una ráfaga de microbalas que reduce muchísimos libros a simple confeti.
Ha escapado de mi control.
–Ahora-los-parásitos…
–Qué? Destruirás a los críticos?… Qué haremos sin ellos!… No!
Yyyiiikkk. Rajados como serpentinas.
–Faltaba-un-poco-de-alegría-por-aquí… –ironiza para sí misma la máquina infernal, arrojando confeti y serpentinas por doquier.
Yendo de un lado a otro con su cuerpo de lavadora, decide su próximo paso:
–Siguen-los-pedantes-y-farsantes… Aunque-haga-verso-sin-esfuerzo.
–Eso no! Maldito! Acabarás con casi toda la literatura mexicana actual!…
Pfffffffffffff!
Fuego por todas partes...
De aquel paisaje apocalíptico sólo se han salvado unos cuantos libros, los de siempre...
El robot literario se detiene como si admirara su obra y buscara el toque final:
–Sólo-faltan-los-escritores-malos…
–Qué?… No puedes hacerme esto!…
–A la alberca!
–Soy tu amo!
Chiu-chiu-chiu.
–Aaaggghhh!

FIN

miércoles, 17 de marzo de 2010

2/15 Chilangas

II.

El sol aún no se asoma tras esos cerros y volcanes cuando salgo a trabajar. De un portazo estoy fuera de mi casa y escucho al viento azotar unas contra otras las hojas que les quedan a los árboles de Tlalpan. El ruido de periódicos y botes vacíos arrastrándose por el piso me hacen resguardarme en el marco de la puerta, en un intento por evitar que el polvo me entre a los ojos. Esta siempre ha sido mi ciudad y sé cómo cuidarme… hasta de esos vientos invernales.

En ocasiones me he preguntado si en el fondo no soy más que una pueblerina. Y es que las calles angostas y empedradas de Tlalpan dejan fuera al tráfico de la ciudad. Caminando de la mano de Eugenio me enamoré del quiosco que adorna el centro de su plaza, del elotero, de los hippies que venden collares los domingos. Mi cuerpo comenzó a tornearse por devorar los tamales de la esquina -con champurrado y en torta-, el pan y la cerveza de la Jalisciense. Ya no temo a los borrachines meados y tirados, a los teporochos o a la loca de negro que pasea por las noches.

A lo lejos, escucho a los perros que ladran y a los coches que rugen. La Ciudad de México está despertando. ¿Acaso durmió? Yo, al menos, no.

El viento se llevó la flojera que la combinación de baño y café no habían podido sacar de mi cuerpo y comencé a caminar con pasos decididos. No había tiempo que perder, que los minutos chilangos avanzan más aprisa que en el resto del mundo y aún me quedaba más de medio Insurgentes para llegar al trabajo.

A pesar de la prisa, no pude evitar el detenerme en aquella lomita desde donde se ve cómo la ciudad quiere escapar de sí. Donde por cada luz hay una persona, con sueños, esperanzas, problemas y decisiones por tomar. ¿Qué se sentirá ese idiota por dejar a su perro congelarse en el techo? ¿Qué usará por la mañana aquella que dejó los calzones en el tendedero? Y el dueño de ese coche destartalado, ¿Cuándo lo irá a tirar?

Desde la primera vez que las vi, le dije a Eugenio que eran estrellas en el piso. Sus ojos científicos se entrecerraron y las cejas muy juntas me hicieron ver que su cerebro se había puesto a funcionar -Es la capital tratando de opacar a tus amadas estrellas y yo digo ganó- agregaba sólo por chingar. Entonces se reiniciaba la vieja discusión sobre hombres y estrellas. Pleitos de astrónomo con antropóloga que no buscaban encontrar un punto en común en otro lugar que no fuera nuestra cama.

Y es que en realidad no importaba mucho el no convencernos de teorías y prácticas, cuando apenas hace algunos meses nos habíamos convencido que nos era imposible dormir sin ver antes el resplandor de nuestros ojos. Entonces supimos que la pelea entre luces artificiales y estrellas tenía un ganador.

martes, 16 de marzo de 2010

¿Quién es el que anda ahí?

Así como en invierno escuché a los queretanos quejarse del inaudito diluvio que desbordó el río, en este verano las voces escupen la misma cantaleta que asegura lo inusitado de este calor. Los más viejos aseguran que el fin del mundo está cerca mientras se refrescan con agua bendita. Tienen razón en santiguarse; en un asilo ya han comenzado a morirse algunos rucos, deshidratados como chapulines en comal.

Yo estoy tirada en el sofá de mi sala y procuro no moverme más que para lo indispensable. Chorros de sudor recorren mi cuerpo y pienso en tomar otro baño. Pero la pesadez se une a mi hueva y me dedico a cambiar de canales del televisor. Con esto, sólo muevo un dedo.

Me detengo en las noticias de Querétaro. Frente al palacio de gobierno está una señora que respira con dificultad y que habla sobre la prevención de los golpes de calor. La doñita aconseja tomar mucha agua (¿en serio?), salir a la calle con ropa clara y la cabeza cubierta con una sombrilla o cachucha (¡nunca se me había ocurrido!), no hacer deporte a medio día (¡uy! ¡Justo cuando iba a dejar mis 10 años de inactividad física!) y estar al pendiente de las diarreas (aunque no especifican si mentales o de caca). La cara roja de la “reportera” mira fijamente a la cámara y con ojos secos hace énfasis en las palabras CALOR y EX-TRE-MO. ¿A qué idiota de TVAzteca se le ocurre poner a otra idiota a hacer precisamente lo contrario de lo que aconseja?

Decido dejar de escuchar pendejadas. Recargando mis manos en el sofá, aviento mi cuerpo hacia adelante, obligando a mis piernas a levantarme de ese sillón. Apago esa caja tonta y tomo un libro del mueble. El Bar del Infierno de Dolina pesa como si fuera el Quijote de Cervantes.

Abro la ventana que da a la calle y me asomo al balcón, sin importarme mucho que alguien me vea en calzones. ¿Quién en su sano juicio sale al infierno en domingo? Cierro la ventana, no quiero que el aire caliente invada mi pequeña sala.

Dejo que mi cuerpo se azote nuevamente contra el sillón mientras descanso mi cabeza en el posa brazos. Mis ojos recorren la alfombra y encuentro a un insecto que avanza con gran dificultad. Al principio pensé que el grillo tenía tanta hueva y calor como yo, pero en realidad le falta una pata.

El animalito estaba en mi camino a la televisión, por lo que la probabilidad de que yo haya sido su verdugo es alta. Me da un poco de pena el grillo: sin caminar, está destinado a ser rostizado como los rucos del noticiario. Debería matarlo... ¿para qué prolongar su sufrimiento?
Pero eso significa volver a levantarme de mi sillón y ya estoy acomodada en la flojera. Mala suerte grillito cantor.

Gazpacho, mi perro duerme sobre el piso. Tiene la lengua de fuera y su pecho se mueve con cada jadeo que sale de su hocico. Sus ojos se entrecierran y la baba ensucia mi ya puerco piso. “Eso te pasa por ser negrito Gazpacho” le dije con empatía. Pobre, sufre más que yo en esta parrilla que tengo por departamento.

Aún estaba pensando si tendría la energía necesaria para sostener el libro con mis manos, cuando el perro demostró tener más fuerza de voluntad que yo. Incorporándose con lentitud, como si moviera sólo un músculo a la vez y acercó su nariz al grillito cantor.

El perro ladea la cabeza y olfatea alrededor del grillo. Me pregunto si huele a la muerte. La baba ya chorrea sobre el asustado grillo cuando Gazpacho lo pisa sin demasiada fuerza, como si intentara animarlo en vez de matarlo. Comencé a silbar la canción de Crí-Crí para darle solemnidad a la escena. En un instante, el grillo se retuerce y da algo así como un brinco, lo que provoca una reacción similar en Gazpacho, pero hacia atrás.

Cuando el perro se da cuenta que no corre peligro, vuelve a acercarse al grillo y lo empuja con la nariz. El grillito cantor seguía vivo e intentaba brincar con desesperación. Me parece que perdió otra extremidad en la batalla, porque ahora sus movimientos son más erráticos.

-Gazpacho, deja de estar jugando con el grillito cantor y de una vez por todas mátalo- le ordeno.
Los ojitos de mi perro me ven al escuchar su nombre. Mueve ligeramente la cola y alza las orejas cuando voltea a ver al grillo. En un ágil movimiento, Gazpacho agacha su cabeza al y da un pequeño salto; toma al grillito cantor con el hocico, triturándolo con sus dientes. Acto seguido, escupe el cadáver. Lo pisa un par de veces más y cuando se asegura que está bien muerto, vuelve a su lugar en el piso a retozar.

-Gazpacho, tráeme unas cervezas del refri- le ordeno una vez más.
Esta vez, el perro no obedeció.

Pinche solterona con dos perros

Ya sé que suelo insultarme mucho, pero no… esta vez no hablo de mí.

Muy cerca de mi hogar hay un parque harto lindo, al que suelo llevar a los Gazpachos a correr. Hace un par de días estaba la manada de perros y sus humanos disfrutando de la apacible y violeta tarde queretana. Como ocurre en estos casos, los caniches se presentaron oliéndose sus partes, después nos dijimos los nombres de nuestros perros y al final nos presentamos los humanos dándonos la mano.

As usual, Gazpacho fue el centro de atención perruno ante los celos de Scampi, que no le gusta que huelan de más a su hermano. La manada consistía en dos Huskitas, un labrador negro, una golden supercariñosa, una french enana y empalagosa y una cosa como el perro de Infiernitum pero más feo y huraño. Estuve casi una hora en el parque y la integración de mis hijos a su nuevo grupo de amigos se dio bien, en términos generales. Aún no tienen la confianza para corretearse, pero no hubo mordidas o gruñidos.

Las Huskitas están preciosas: macizas, ojos de colores y pelo suave. La madre/dueña es la que me cagó la perra madre. A fuerzas quería agarrar a Gazpacho a pesar que le dije que es un pinche antisocial que no le gusta la gente. Además me cayó mal porque decía mucha estupidez usando diminutivos.

Ayer traía un dolor de cabeza por la gripa que me cargaba y mi tolerancia a pendejadas estaba a menos 20, por lo que puse mi mejor cara de no me estén chingando. Sin embargo, la doña comenzó a cuestionarme.

-¿Dónde vives? –Aquí derecho.
-ahhh ¿Y trabajas? –Orita no.
-ahhh ¿Y eres casada? –no.
-¿Y con quien vives? –sola.
-¡Sola! ¿Ah pero con tus perritos, verdad? –Sí.

Según yo, esas eran todas las preguntas que la ley de convivencia parqueril advierte como legales en los primeros encuentros, por lo que respiré con alivio y me congratulé por no haber dado pie a más preguntas idiotas. Pero estaba equivocada ya que el interrogatorio continuó.

-¿Y te has casado? -Osea, que putas! Son preguntas demasiado personales, ¿cierto?. -Sí. -Contesté. Supuse que le iba a dar lástima. Pobrecita solterona que está sola con sus perros y que el marido la abandonó. Una vez más me equivoqué.

¿Y cuanto duraste de casada? ¿Ahorita tienes novio? ¿Duermes con tus perros? Siguieron en el cuestionario. A ver, vámonos por partes. ¿Esta chingada mujer que se piensa para preguntarme esas cosas? ¿Qué le importa mi vida si está viendo que estoy hecha una piltrafa humana? ¡Que se cree este tipo de gentuza!

Comencé a alejarme de ella, pero prácticamente me correteó con la excusa de que sus pinches perras seguían a los míos. No me iba a poner a sacar mi bandera de mujer independiente que persigue sus sueños y le vale madre el mundo. Mi cabeza estaba a punto de explotar.

-¿Y te gustan los niños? –Putamadre, ahora hasta lesbiana salí, pensé. Capaz que me empieza a tirar el can. –Claro que me gustan –contesté enfadada que hasta de mis preferencias sexuales me estuvieran preguntando.
-¿Entonces todavía piensas tener? –Ah, se refería a escuincles, no a hombres. Y no me dijo lesbiana sólo me dijo vieja.

¿Qué con ver ventaneando no es suficiente? Ah, no! Tiene que andar la pinche gente meticheando sobre la vida de los demás… Ya para eso tengo a los lectores de este blog y nadie les va a quitar ese derecho. POS ESTA.

sábado, 13 de marzo de 2010

No seas puerca mejicana

-No seas puerca mejicana -me dijo María muy cerca de mi oído y con los brazos cruzados sobre el pecho.
La razón: haberme ido a la escuela sin secar los platos. Se me había hecho fácil dejarlos sobre el escurridor a que se secaran solos. Por la noche y a mi regreso de clases, los guardaría en su lugar.
-¡Joder! Te dijimos claramente que en esta casa las reglas de limpieza se respetan -añadió Karles- María se la pasa todo el día limpiando como para que no cooperes.

Yo estaba frente al fregadero de la cocina, con los trastes que utilicé en la tarja, viendo hacia abajo y aguantándome las ganas de llorar. En mi garganta había una mezcla de impotencia, miedo y coraje. Me repugnaba su pulcritud y el olor a lavanda me comenzó a picar la nariz.

Había conocido a María y a Karles tres semanas antes, cuando buscaba piso en Madrid. Desde el momento que entré, el departamento parecía sacado de un comercial de productos de limpieza: pisos, vidrios y muebles rechinaban de limpio. Además, en cada habitación había desodorantes de ambiente, por lo que el departamento tenía un constante olor a lavanda que ahora me produce el vómito. Como plus, el condominio contaba con cancha de básquet y alberca. Pero lo que a mí me convenció fue la computadora con internet que estaba en el cuarto que les renté.

Así que decidí tomar la habitación y cumplirles sus estúpidas reglas de limpieza que incluían secar las paredes de la regadera cuando terminara de ducharme, siempre utilizar posavasos y no tocar con mis dedos los vidrios de la sala. Ellos me valían madre, yo tenía mi adorado internet.

Durante los primeros días, mi relación con esos roomies españoles fue bastante buena:
-Llámame María -me había pedido con una sonrisa que enseñaba sus dientes podridos. Y es que, según ella, su nombre en rumano era impronunciable en español. Era alta, rubia y con ojos grises. Así descrita sonaría una belleza rusa, pero en realidad era bastante fea y un tanto masculina. Movía sin gracia sus anchos hombros y de los largos brazos colgaban sus enormes manos de basquetbolista.
-¿Ves telenovelas?- Me dijo una mañana María con entusiasmo.
-No- le conteste ofendida.
-Ah… es que yo aprendí castellano en Rumanía viendo telenovelas mexicanas.
"Vaya, de algo sirve tanta cochinada de televisa", pensé.

Karles era vasco y pareja de María. Parecía un Gi & Joe gachupín: su quijada era ancha, como la de un rottweiler y sus pequeños ojos azules. Apenas hablaba y nunca sonreía. Su voz de pito se contraponía al porte de macho que todo el tiempo trataba de sostener.

Desde mis ojos mexicanos, su relación era muy fría. No había cenas, abrazos, sonrisas o apodos cursis que yo acostumbro tener con mis parejas. De vez en cuando Karles besaba la mejilla de María y ya. Sin embargo, compartían la pasión por el físico-culturismo y asistían religiosamente al gimnasio por la mañana habiendo desayunado su licuado de anabólicos. La obsesión por la limpieza era también compartida, aunque María era mucho más azotada. En su delantal cargaba con un trapito, para limpiar polvo o las huellas de los dedos.

A veces pensaba que una cantidad de productos de limpieza post-sexo tenían guardados en su mesa de noche. ¿Se echarían lavanda en sus partecitas? La respuesta me tenía sin cuidado, yo pasaba la mayor parte del tiempo encerrada en mi habitación.

Una noche los escuché discutiendo agitadamente mientras intentaba dormir. Los gritos pasaban a pesar de mis audífonos y el llanto de ella estaba impregnado de gran dramatismo. "De tanta ver telenovelas", supuse. Mezclando español con rumano, le recriminaba algo de una infidelidad. Karles gritaba y golpeaba algo que sonaba a madera.

Las noticias decían que la violencia domestica era un grave problema en España. "Pinches gachupines exagerados, es lo que pasa cuando no tienen narcos" pensaba al verlo. Sin embargo, esa noche me sentí parte de la estadística y ya me veía atestiguando ante Antena 3 y en la comandancia de policía la golpiza que estos dos fanáticos de la limpieza se habían propinado.

Por fin se callaron y el acontecimiento no pasó a mayores. Sin embargo, comencé a tenerles miedo, ¿qué tal si un día me gritonean a mí? Dicen que los malos pensamientos invocan al chamuco y unas semanas después materializaron.

Esa tarde, cuando volví de la escuela Karles y María me estaban esperando en la cocina. El tenía el ceño fruncido y María estaba parada tras de él con las manos en la cintura. Ni siquiera dejé mi mochila en mi cuarto cuando escuché la voz de pito de Karles llamándome a la cocina.

-No secaste ni guardaste tus “cacharros”- Me dijo Karles sin siquiera saludar, señalando mis platos.
-No tuve tiempo, lo siento -asentí con la cola entre las patas- Mi tren estaba a punto de partir.
-Todos tenemos que lavar, secar y guardar los platos, de lo contrario esto se volverá un cagadero- me dijo María entregándome un trapo para secar.

Comencé a imaginarme los titulares de periódicos y telediarios: Mexicana golpeada por un vasco y una rumana. La embajada mexicana no responde. La seguridad social no la respalda por no tener sus papeles en regla. La embajada española en México detiene las visas de estudiante por tiempo indeterminado.

Los cacharros ya estaban secos, por lo que levanté mi brazo para abrir esa alacena destinada a su resguardo, cuando Karles me detuvo la mano y la bajó. Supongo que no lo hizo con fuerza, pero yo sentí como si me azotara el brazo.

-Vuélvelos a lavar y a secar- ordenó.
-Toda la tarde estuvieron empolvándose- y acercándose a mi oído exclamó - No seas puerca mejicana.

No me quedó más que obedecer como una sirvienta rumana.

viernes, 12 de marzo de 2010

Mamaaá no tengo nada que hacer!

Póngase a leer muchacho (a):

En Repollo y Atún dos posts:

En No le cuentes a mi padre

En Recolectivo
Las palabras son palabras aunque diga PUTO. Un pequeño homenaje a el Negro Fonanarrosa.

En papelito. Revista Donde-Ir (solo chilangolandia) :)


Comprenla!

I Bang

Si no sabe de la existencia de How I met your mother, puede irse a leer chingaderas a otro lado, ya que no me voy a poner a explicar nada.

Yo amaba la pareja de Barney y Robin con la que inició esta temporada. Creo que eran mucho más el uno para el otro que el Robin y Ted, quien por cierto, es el personaje mas blah de la serie, a pesar de ser el protagonista. Como sea y por más que me fascinara la pareja B/R sabía que no estaba destinada a durar.

El que ambos negaran la relación al principio, me pareció además de divertido, bastante real. A veces los solteros empedernidos nos creemos mucho el papel y minimizamos u ocultamos lo que sentimos. Una vez que aceptaron el hecho de haber caído en el amors, los personajes adquirieron una intimidad que cuando terminaron, yo extrañaba.

Por fortuna, los escritores fueron fieles a las personalidades de estos dos: Barney no dejaría de ser un mujeriego y Robin una mujer fuerte e independiente, sin dejar a un lado que también tiene sentimientos.

Así que respetando el yo cuando un nosotros te transforma en algo que nomás no te va, Barney y Robin terminaron de una manera por demás extraordinaria.

Sin embargo, como ya dije, extrañaba mucho la intimidad de estos dos, cosa que en el último capítulo pasó. Anoche chillé como en los buenos días de Joey y Rachel (cuando Rachel no sabía que Joey estaba enamorado de ella).

¿A que iba todo esto? Ya no sé, pero que pendejos los que aun no ven HIMYM.




Plus How I met your father
And the real threesome

jueves, 11 de marzo de 2010

Entrevistada por tuiteros

@izaem y @jeri4queen irrumpieron mi nuevo hogar con una entrevista. Ahí les va:

Dos perros reciben a ladridos a los invitados. “No hacen nada, sólo se creen muy machos” me disculpo ante ellos, mientras con el dedo indico a Gazpacho y a Scampi que se salgan al jardín. El piso está lleno de polvo y pelos de perro y es necesario esquivar las cajas de cartón que se encuentran esparcidas en el piso. “Aun estoy en mudanza” agrego con un gesto de hastío. Y es que sin clósets ni alacenas, la estúpida cantidad de cachivaches que tengo parecen multiplicarse.

-Yo no sé porque tengo tanta porquería, ni siquiera necesito tanto- comento mientras recuerdo que ha habido ocasiones que en una maleta esta todo lo que necesito para sobrevivir. -Pero no me animé a tirar muchas cosas- agrego. Están por ejemplo esos 3 pares de skinny pants en los que aún tengo la ilusión de entrar. También conservo ropa que tiene un enorme fondo sentimental, pero que no uso por estar manchada, desgastada o sin tirantes. Afortunadamente, desde hace tiempo tengo un blog donde se han quedado cachitos de mí por el ciberespacio y con los que no tengo que cargar con cada mudanza.

Nos sentamos en los incómodos asientos de mi comedor y les digo que lo quiero vender. Pero urge más vender una cama matrimonial, que no subió al segundo piso y que ahora está en donde debería ir una sala que me niego a comprar. @jeri4queen me regresa una mirada de “ya crece, mamona” e @izaem sirve el tequila que un amable lector de Guffo nos regaló en la presentación de Recolectivo en la FIL.

El primer caballito es derecho para todos. @izaem se retuerce mientras @jeri4queen se sirve el segundo. El tequila derecho es mi bebida favorita y por lo mismo, es muy peligrosa. Me tomo otro y comienza la entrevista:

@izaem: Nombre completo de preferencia
Rox: Rox que no viene de Roxana y M que no viene de Mamacita. Búsquenlo en mis blogs, ahí está, no es tan complicado encontrarlo.

@jeri4queen: ¿Pero realmente cómo te gusta que te digan?
Rox: Uhm, me han dicho Rox, Pinche Vieja, Pequeña, Flacucha, Hija de la Chingada, Chipota… pero le tengo más cariño a Jeri y ya nadie me dice así. Cosas de la vida.

@izaem ¿Te consideras a ti misma como blogstar o que eres bien chingona como muchos dicen?
@jeri4queen: Anda, contesta pinche blogstar
Rox: Creo firmemente que el blogstar se hace por dos vías: La primera es gracias a sus fansfromhell. Entre más y más obsesionados tengas, eres más blogstar. La segunda es cuando tu fama cibernética logra brincar de lo virtual a lo tradicional. Que lo que escribes es seguido por gente que no tiene reader y cuenta en gmail.
Así que mi grado de blogstar es del primer tipo. Una mierda, ñe.
Y sí, soy bien chingona.

@jeri4queen: Si güey, serás muy chingona para muchas cosas, pero @izaem lo dijo en el sentido escritoril.
Rox: Ay cabrona, tenías que venir a arruinar el momento. Comparándome a mi misma conmigo misma creo que mi etapa de chingonería apenas está por venir y que he tenido alguna mucho mejor que ésta. El pedo es que ahorita ando obsesionada con experimentos que sabecomo terminarán. Comparada con mucha gente que admiro, soy una mierda con ideas y poca vergüenza con acceso a internet, snif.

@izaem ¿Qué se siente ser una blogstar reconocida con libro y todo?
@jeri4queen: jajaja “reconocida”, a ver con que pendejada vas a salir
Rox: Pues la neta el libro es hijo de muchos y por respeto a los fluidos vertidos durante su creación, es importante compartir el blogstarismo y reconocimiento. Y todos nos sentimos bien cabrones y les partimos la madre a todos los blogs comunitarios del internets. A TODOS, dije.

@izaem ¿Que hace una persona como usted en su tiempo libre?
Rox: tejo chambritas.

@izaem ¿Por qué crear un blog de sexo? Digo, el de viajes es fácil de entender por que...
Rox: Señor entrevistador, usted no se preparó bien. TACHE. Eso ya lo contesté acá.

@jeri4queen: No te hagas si eres bien pinche caliente.
Rox: o que la chingada contigo. Simplemente soy más exhibicionista que muchos más. Mis exs son los únicos que podrán juzgar y comparar en relación a sus pasadas y presentes viejas. Los demás solo pueden suponer.

@izaem ¿De dónde sacas tanta inspiración para escribir?
Rox: La inspiración es el 20% o menos de lo que se necesita para escribir. Entre otras cosas está el ser metiche y fijado. Ser necio y de ideas también ayuda. A mí me funciona exagerar e inventarle giros a lo que quiero contar. El no huirle a nuevas experiencias es enriquecedor no solo para la persona, sino también para su forma de escribir. Por último y más importante: para escribir hay que leer.

@jeri4queen: ¿Estás diciendo que te la pasas inventando cosas?
Rox: En todo lo que escribo está algo de lo que soy o fui. No me he podido desprender de la influencia que mi vida *inserte aquí un adjetivo calificativo* tiene en mí. Sin embargo, las letras no son transparentes, me doy muchas concesiones al momento de escribir.

@izaem ¿Por qué dedicarse a escribir cuando se puede hacer otras cosas?
Rox: Porque quiero y puedo.

@izaem ¿Qué es lo que más te gusta de escribir?
Rox: La emoción que siento al estar escribiendo. He llorado, reído, maldecido, calentado y mucho más con sólo escribir. Escribir sin emoción se llama redactar. Después de eso, está la creación y sobre todo, al escribir ficción. Muchas veces, he escrito cuentos cuyos personajes cobran vida propia y el final sale de la nada. Es muy emocionante. El explorar formas es divertido, así como el intentar llevar las cosas al extremo.

@jeri4queen ¿Y qué es lo peor de escribir?
La hoja en blanco. Cuando me faltan palabras para decir exactamente lo que quiero o como lo quiero hacer. El ser monotemática. El querer escribir sobre algo y tener la mente en otra cosa. El “tengo que” escribir es mucho más cabrón de lo que pensaba.

@izaem ¿A qué te dedicas oficialmente?
Rox: ¿O sea cómo le hago para pagar mis chones? Tengo unos mecenas, muy a la onda renacentista. Pero como que ya no quieren soltar mucho, ash.

@jeri4queen: ¡Pero ya ponte a buscar trabajo!
Rox: ¬¬ ¡la siguiente semana!

@izaem ¿Guffo Caballero esta tan pelón como en sus fotos? ¿Y Kabeza es tan inocente como dicen?
Rox: lo que pasa en Recolectivo, se queda en Recolectivo.

@izaem ¿Qué tan importante es o que tanto te vale madre es el que te lean y a los demás les guste lo que escribes?
Rox: Depende del texto. Hay unos que nacen con la clara intención de satisfacer al público que me sigue o me lee. Hay un grado de conocimiento e intimidad entre mí y mis lectores, por lo que tengo idea de los hilos que tengo que jalar para lograr una reacción. Y cuando ésta no es la esperada, si digo: ah cabrón, que pasó. Otros textos son mis pedos, mis locuras, mis obsesiones, mis ganas de dejar en una frase algo importante en mi vida. A veces, leo hacia atrás y me vuelvo a sentir la de entonces y eso, tenga mucha o poca aceptación es muy muy gratificante.

@jeri4queen Huy si, ahora vas a salir con que no te pega en absoluto que un texto sea mal recibido, especialmente cuando cae un gran número de anónimos / trolls / fansfromhell.
Antes me cagaban los anónimos ya que yo nunca lo he sido. Siempre he puesto mi nombre y nunca me ha pasado nada. Además no tengo miedo de sostener mi palabra. Entonces, su comentario era ignorado completamente.
Pero hace tiempo leí al Cani -creo- sobre los anónimos y la retroalimentación en blog y cambié de opinión. A lo que voy es: el que sean putos ¿Hace inválido su comentario? Es como darle un nivel a la gente que comenta. Resulta que dejó su nombre, voy y veo su blog y no me gusta… ¿Eso invalida lo que dice? Yo creo que no.

@jeri4queen ah como te gusta hacerle a la mamada. Contesta si te afecta o no!
Rox: está bien, si me afecta cuando considero que tiene razón. Que es el 80% de las veces. O algo así.

@izaem ¿Qué tan significativos son los cambios para ti?
Rox: jajaja, desde hace tiempo el cambio es la única constante para mí. Hace poco me dijeron que es una obsesión mía de buscarme en donde no estoy. Tal vez, pero es un hecho que aún no me puedo quedar en paz.

El tequila sigue corriendo e @izaem ya esta neceando con @jeri4queen. Como ya sé que aquella se le aflojan las patitas cuando está borracha, me largo a mi habitación. Veo que los gazpachos ya se agandallaron el cuarto de las visitas, por lo que quien se quiera quedar a dormir, lo hará en mi cuarto… sólo si quiero yo.

martes, 9 de marzo de 2010

Chilangas - 1/15

Voy a hacer 10 o 15 cuentitos de chilangas
y después las juntaré en un lugar 1000% capitalino.
A ver que tal.


I.
Desde que me bajé del autobús, el Distrito Federal me pareció repugnante. La gente salía de todos lados: taxis, coches, camiones, casas, cielo. Seguro que hasta de las coladeras, pensé. Y es que el ruido que provocaban en sus comercios y autos me azotaban los tímpanos. Pero mi sentido más afectado era el olor, ya que la pestilencia del drenaje se mezclaba con el olor a garnacha y a smog. La sensación de nausea era constante.

Llegué a la capital para abortar, no era una turista buscando antros, museos y conciertos. Sólo era una persona que se había equivocado y que tenía que hacer una corrección. Porque podía cargar con orgullo la bandera de “La Amante”. Escandalizar a una sociedad provinciana y mocha es divertido y gratificante; te pone en un lugar visible entre esa masa homogénea de gente.
Además, soy dueña de mí. ¿Cierto?

Tomé un taxi y cuando le dije al chofer mi destino, una mirada de reprobación se reflejó en el retrovisor. Como si nunca hubiera recibido una de esas. Durante el camino y como un padre sobreprotector, me sermoneó con la verborrea sobre el milagro del nacimiento y la santidad de la familia. Como si nunca hubiera recibido un sermón así.

Íbamos llegando al Chiquihuite, cuando la lluvia comenzó a formar ríos y la tierra del cerro comenzó a rodar cuesta abajo. “Como que alguien no quiere que llegue, señorita” me dijo mi moralista conductor. Pero ni el sermón, ni las mantas de pro-vida o los folletos de adopción que acompañaron el trámite no me hicieron cejar en mi decisión de corregir.

Por supuesto, aborté. No tenía ilusiones para ese ser destinado a crecer, nunca lo deseé y por el tiempo que estuvo en mi cuerpo, ni siquiera lo consideré humano. Era un intruso más en mi vida. Tal como lo fue el taxista que me dejó en el lugar, la enfermera que me atendió o su padre.

Los siguientes días se me fue la vida mientras dormitaba en esa cama de sábanas ásperas de un motel cerca del Circuito Interior. Cuando tuve fuerzas para levantarme, corrí la polvorosa cortina que me descubrió una avenida repleta de coches. Era de noche y cuando entrecerré mis ojos, un río de luces en un cauce de concreto apareció ante mí. Esa agua luminosa fluía en perfecto orden y sintonía.

Por eso me quedé a vivir en esta ciudad. Estaba cansada de llevar la contraria sólo porque sí, por no ser igual.

lunes, 8 de marzo de 2010

Catsup, Teni y Timbiriche

Muy probablemente mis posturas anti-matrimonio, anti-hijos, anti-gatos y anti-sobrios que he vertido durante mucho tiempo en este h. blog le hagan pensar al h. lector que soy una pinche antisocial que odia a la familia y que morirá sola y amargada.

Quizá en lo segundo tienen razón, pero por ahora no es posible saberlo, ñaca ñaca. Lo que si les aseguro es que yo no odio a la familia. Mi mamá es de las personas que más me conocen en el mundo, a pesar de que casi no le cuento mi vida. Mi papá siempre ha sido muy cariñoso y sincero. Mi hermana es divertida, luchona y me hace muchos paros.

Sin embargo, este post no es para hablar de ellos, si no de mi familia de salsa cátsup.

Corrían los ochentas y el veto hogareño hacia el chavo del ocho nos obligó a mi hermana y a mí a voltear a ver otros canales. La cosa es que nos hicimos fans de una serie de una niña llamada Punky Brewster cuya trama consistía en hacerle travesuras a su padre adoptivo durante media hora.

Una tarde descubrimos que mi prima Lucy (que no es en realidad mi prima) también veía la serie. Entonces nos cambiamos un teni (singular de tenis, verificado en la RAE) entre nosotras para tener un el look Punkieto. La ocurrencia disgustó a nuestros padres quienes tuvieron que recorrer media ciudad para volver a cambiar de teni, pero no vetaron la influencia de esa serie en nuestras vidas.

En otra ocasión, mi hermana, mi prima Lucy (que en realidad no es mi prima, ya lo dije antes pongan atención) y yo estábamos bailando el super hit Timibirichezco de el Baile del Sapo (yo pedía ser Sasha, pero me ponían de Mariana por las pecas) y decidimos que realmente queríamos ser primas. Entonces recordamos que en Punky Brewster, las niñas se hicieron hermanas de salsa cátsup para no tener que sacarse sangre. Nos pareció una excelente idea y procedimos a embarrarnos del mentado intento de salsa, vertiéndola generosamente en nuestros dedos.

La sonsera fue efectiva porque mi prima Lucy se convirtió en la primera integrante de mi familia de salsa cátsup. Esta familia está integrada por gente que puede ser muy parecida o muy diferente a mí, en las que las coincidencias, pleitos e grados de influencia varían, pero tienen algo en común: me conocen y me aguantan como soy.

Ahora, con Lucy no comparto ni siquiera el país, pero nos seguimos escribiendo mails cuyo contenido puede ser muy superficial o muy profundo, dependiendo del estado de ánimo y de lo que nos pase en la vida.

Esta familia se ha extendido, e incluye a otras mujeres que entre ellas no tienen nada en común, pero que me han llegado a cobijar cuando tengo la imperiosa necesidad de huir. Podemos pasar meses sin saber la otra o hablar de superficialidades, han estado ahí y sabe como soy. Y eso cuenta mucho.

También incluye a hombres que aguantan y cuidan mis borracheras. Lo mejor de tener de tener familia masculina es que no necesito contarles con pelos y señales que lo que me pasa, siempre hay unas alitas con cerveza a donde ir.

Existe quien más que una parte de mi familia, es una parte de mi cuerpo. Una neurona o un cacho de hígado que ha comenzado a morir. Su influencia en mi vida es innegable y nunca la he ocultado o negado.

Me he topado con gente que no entiende el porqué de esta familia de salsa cátsup que tengo. Se ponen celosos y no me creen que sea sincera al darles ese lugar en mi vida. Un lugar que debiera estar destinado a un esposo e hijos. Porque ante sus ojos, el tener amigos no se compara con la santidad del matrimonio y la sangre.

¿A qué va todo esto? Ah sí. Hace algunos días me dijeron que yo era una especie de “hermana mayor”. Me chingaron completamente en lo de “mayor” y el parentesco aún está por verse, pero cargaré una bolsita de salsa cátsup en mi bolsa, para cuando se necesite.

sábado, 6 de marzo de 2010

Estrenando historia

Estrenar casa es muy parecido a estrenar amante, porque se siente raro pero bien. Raro porque aunque sabes dónde está todo, se siente como que diferente. Y bien porque sabes que después de algunas noches, se hallarán el modo.

La cosa es que toda mi vida queretana la había desarrollado en el norte de Querétaro, subiendo por uno de los cerros que enmarcan la ciudad. Amaba mi cerro, sobre todo cuando bajaba en un alephesco atardecer y mi coche recibía las cagadas de los pájaros. Me sorprende no haber chocado de noche, porque siempre subía viendo por el retrovisor las luces de la ciudad.

Además tenía mi panadero en camioneta que se anunciaba con una canción cantada por Tin-Tan. Los del gas que tenían la buena puntada de despertarme desde las 7am con su grabación gangosa o los de los tamales, oaxaqueños los tamales. Algún tiempo tuve un sereno y amaba su pitido nocturno.

Durante el tiempo que viví ahí, la civilización nos alcanzó y llegó un Super Q y un Megamercado. Sin embargo, yo le seguía siendo fiel al señor de la tiendita de enfrente porque me veía las chiches y me redondeaba los centavitos hacia abajo. Además conocía perfectamente los lugares de urgencia como modeloramas, farmacias o cibers. Y por supuesto, mis infaltables gorditas, micheladas y tortas ahogadas.

Si las paredes de esa casa hablaran contarían muchos (¡demasiados!) secretos: Pedas, amores, confesiones, cambios. Como cuando me quedé afuera de mi casa toda emperifollada y me tuve que saltar la reja con ayuda de mi guía turístico. Y cuando lloré por un ramo de rosas que no esperaba. O esa noche de luna llena que me resfrié por andar en pelotas en el patio. O cuando Scampi pasaba por afuera y no tuve más remedio que agarrarlo. Y cuando el corazón se me apachurraba de pensar en dejar fuera al Negro y a la Güera, los perritos semi-callejeros, amigos de los míos. Ahí preparé tapas y margaritas. Ahí corrió el tequila y la cerveza. Muy cerquita de ahí tenía a los míos. Y la noche que decidí dejar mi trabajo.

Por estar en un cerro, el aire corría estruendosamente. Amanecía y del cuarto de la computadora se veían los cerros en su verdedura, como diría un conocido francés. Cuando llovía en Querétaro, ahí arriba no y viceversa. Odiaba a los preparatorianos y a los minibuseros. Nunca hice amistad con mis vecinos y los niños me conocían por ser la “señora de los perros” ¬¬

El vendedor de esta casa me dijo para llenar uno de esos silencios incómodos que "lo bueno es esta sería mi última casa". JÁ. No me conoce el wey. La verdad no lo sé. Pero de eso no se trata el post. De lo que se trata es que casas guardan un pedacito de nosotros y esa, en San Pedrito los Arcos tuvo mucho de mí.

Sólo queda escribir una nueva historia en esta casa que tiene, como diría mi maestro del taller de escritura, alta sensorialidad. Se escucha a revolución, huele a desayuno y la obscuridad abarca mucho. Hay un pueblito cerca que desentona con la ciudad y mi precioso centro está muy, muy cerca. Quizá un día me vaya caminando.

Hoy probé las ahogadas del río y pasaron la prueba pseudo-tapatía. El pan es duro y el chile si te deja esa sensación en la boca de haber pecado.

Supongo que esto no está tan mal.

Busco amos bondadosos

El domingo 7 estaré buscando padres adoptivos para perros y gatos en el Soriana de Bernardo Quintana, en un evento del refugio de donde saqué a Gazpacho. Caíganle de 10 a 1 en el stand de Pedigree y si no adoptan, apadrinen, donen o apachurrenmen, que hace mucho que no tengo amor, buaa.

Evento a beneficio de APAQRO. Apachurros sólo por donar, pos estos.



viernes, 5 de marzo de 2010

No andaba muerta

... ni andaba de borracha. Estaba sin internet y la vida era triste.

Ahora soy feliz, aunque tengo sueño.

Posts interesantes muy pronto!