Este blog personal estuvo activo de marzo de 2008 a julio de 2010. La continuación está en jeri4queen.blogspot.com

viernes, 27 de noviembre de 2009

Infiel

A veces siento cosita por la gente que consideran su ciudad únicamente como el lugar que esta su casa, su trabajo, su familia. Creo que amar al lugar en que vives te alimenta, te transforma. Incluso físicamente... al menos a mí me pasó. ¿Qué serían de los escritos de Alice y Salvador Leal sin el tráfico chilango? ¿O los de Daniel y Manuel sin su frontera? ¿o del Falso Profeta sin sus lanchas?

El sentir “cosita” no es más que una especie de ternurita. Cómo el que puedes sentir por una casada que le ponen los cuernos y ella los acepta con resignación. O del que estudia algo por dar gusto a sus papás. En 3 palabras: Me vale madre.

Lo que si me enerva son los nacionalismos o regionalismos. Aquellos que sostienen que incluso en su ciudad, los pedos huelen mejor. Que no soportan una crítica a su terruño. Crítica que incluso podría ser idiota, hecha de una primera impresión o desde alguna perspectiva. Y ternurita cuando la defensa es “en tu ciudad han de ser muy bonitos”. Bleh.

Cuando abrí No le cuentes a mi madre nunca me imaginé que habría gente que se ofuscara por mis opiniones sobre un lugar y su gente. Que me exigieran un expertís digno del Travel Pleasure, cuando claramente digo que llegué a un lugar sin saber porqué, estuve pocos días y sin tour.

De eso se trata viajar. Que tus ojitos descubran nuevos edificios, que tus piernas se pierdan entre sus calles y tu lengua pruebe nuevos sabores. Que odies o te enamores. Que te asusten o te hagan feliz. Y si algo me pareció FEO, lo digo, aunque sus habitantes se ofendan.

En la última reunión con mis amigos reales, me preguntaban sobre mi viaje a Nueva York. Y mi respuesta fue: vayan a Argentina o a Sudamérica. Me miraron con incredulidad, pero yo lo sostengo. Es más, de mi dinero no saldrá otro viaje a gringolandia. No dudo que el gabacho tenga muchas cosas dignas de verse, pero prefiero el calorcito y acento sudaca.

Yo adoro vivir en Querétaro. Me encanta pasear por el centro, conocer gente que hace cosas con pasión y la historia que hay en sus calles. Pero también me choca que 12 de la noche (y entre semana) me corran de las cervezas, que no haya oxxos abiertos, ni lugares para cenar bien. Creo que la gente es más fea que en Guadalajara y hay mucho gordo. Pero son más amables. A cualquier lado te mueves en 20 minutos, siempre y cuando no llueva o se accidente alguien. Y sobre todo me encanta haber encontrado gente que hace las cosas con pasión y no por borreguismo. ¡Y su historia!

Pero por mucho que adore este lugar, soy una gran infiel. Todavía lloro por Madrid y fantaseo con Buenos Aires. Sin duda, si mi maestría hubiera sido en Buenos Aires, me cae que no regreso… me enculé bien cabrón con la ciudad de la furia.

Por eso, más de una persona me ha tachado de mala mexicana por hablar bonito y encularme con países extranjeros. Pues prefiero ser mala mexicana que una nacionalista -o regionalista- a ultranza. Es una lástima ver que el amor que profesas te impida ver que afuera hay mucho más. Sería como sólo escuchar a un grupo de música, leer a sólo un autor o comer siempre lo mismo.

La vida da para mucho más que eso.

Si no lo quieres ver por pendejaditas no es mi pedo. La verdad es que hasta el más fiel voltea a ver unas piernotas con minifalda.



(y más si utilizan medias negras de red)

lunes, 23 de noviembre de 2009

De casados y rancheros

El fin de semana fui a Guadalajara. Mi viaje exprés tenía dos objetivos: el de menos importancia, una comida de reunión escolar. El más importante les vale madre.

Hace unos seis meses que vi a mis compañeros de la universidad y como salió tan bueno el desmadre, se dispusieron a organizar otro para fin de año. Quitando esa reunión anterior, yo no los veía desde hacía unos 8 años. No me llevo con nadie, ni siquiera por comentarios de “me gusta (manita arriba)” en Facebook. Así que cuando vi que la raza se comenzaba a rajar, le dije al organizador QUE ONDA. Él me aseguró que había gente fuera de esa red social que iba a ir. ¿Están tuirer?, le pregunte por chat. Un ¿En qué? Brincó en la ventanita. Ok, aun hay gente 1.0. tengo que aprender a aceptarlo.

La cita era en un restaurante ranchero donde van los tapatíos rancheros que tienen mucha lana, pero eso no les quita lo rancheros. EDÁ. Por si no los conocen, estos lugares fueron creados por la mano del hombre para el gusto y disfrute de los carnívoros borrachos –y rancheros- y tienen la característica de ser enooormes. Las mesas están amplias y separadas, para así evitar que el vecino metiche ande viendo que es posible tragar un kilo de carnes rojas variadas y chupar hasta que no sabes si llevas dos botellas o tres. El mariachi y la banda pasan por las mesas y hay unas flacas con ropa pequeñita ofreciéndote botellas de tequila, flores y fotos. Éste lugar en especial tiene la característica de tener una megafuente con cascadas intercomunicadas. Y palmeras. Y caballos (no, pero casi).

En fin. Pues al mentado lugar ranchero sólo llegué yo y el organizador con su familia. Lo sabía. Los mexicanos en general y en especial los tapatíos no saben (o no quieren) convivir si sus amigos del alma no están. El “¿Y quién va a estar?” me asquea y me pone violenta. Pero ante la indecisión sobre vomitar o golpear en la cara al susodicho(a) sólo digo “Yo voy a estar, ¿para qué quieres más?”

Pero no me voy a ir contra los tapatíos rancheros. Que culpa tienen ellos de no conocer más mundo que el que marca su estatus social. La verdad es que desde que el amor llegó a mi vida, mi empatiómetro se ha elevado y acepto que entiendo ese gran vacío existencial que los matrimonios con hijos tienen: La falta de parejas estables y con hijos.

Cuando a una amiga casada se enteró que tenía novio le sobrevino una crisis. Primero no lo creía, después dudó de su cordura al tenerme como vieja (cosa que yo también hago) y acto seguido nos invitó a salir con su marido. “Parejas salen con parejas” me dijeron las sabias palabras un amigo en común. Por supuesto, yo me negué. ¿Qué hicieron nuestras mártires pioresdedo para soportar al otro? Ni se conocen, ni tienen nada más en común además de cogerse a las amigas en cuestión. (osea no a ambas, ¿Qué me creen?) Me burlé, hubo drama y perdí mi teléfono.

Ahora me arrepiento. Merecía el perder el celular.

Volviendo a mi reunión ranchera, la esposa de mi excompañero me explicaba lo difícil que es encontrar un círculo de amigos donde haya más parejas con hijos. Los niños solitarios se aburren y nadie los comprende cuando ya se tienen que ir porque el chamaco ya está berreando. Cuando por fin una pareja decide firmar el contratito con el cual tienes derecho a seguro social, deciden no tener hijos. Lo hizo con tal maestría que me di cuenta que nunca debí burlarme de sus sentimientos.

Los casados se sienten tan inadaptados como yo. Creo que ninguno merecemos esto y que por algo existen las reglas de urbanidad y decencia. Que el pobre de Carreño no tiene porqué estar retorciéndose en su tumba ante esta absurda modernidad.

Así que desde hoy, cuando asista a una reunión, voy a chillar cuando me quiera ir, quitaré los juguetes a los niños, me quejaré de la comida, miraré feo a la gente que no conozco y los golpearé.

Es un gran plan, ¿no creen?

viernes, 20 de noviembre de 2009

Yo soy mas bueno que tú

Esta crónica de las entusiastas organizadoras del PerritoFest me recordó a mis días como trabajadora en la calle. Para quien no lo sepa, una de las fuentes de manutención de mis años españoles, fue pedir dinero en la calle… para una ONG. Trabajé para Médicos del Mundo y Médicos sin Fronteras. Aunque mi preferida era PLAN, para apadrinar niños en el tercer mundo. Mi trabajo consistía en utilizar mis encantos para conseguir gente que se cayera cada mes con 10 euros o más.

La cuestión es que como el mío, había muchos grupitos más, intentando convencer a los españolitos de porque ayudar a los niños era mejor que ayudar a los refugiados o al planeta. Alguna vez hasta de palabras nos hicimos con los de Greenpeace. Había que llegar temprano para agarrar lugar en la calle. También nos corrieron indigentes y policías que consideraron que vernos con una batita ridícula afeaba el lugar. Si, la vida es difícil cuando trabajas en la calle.

Esta clase de movimientos y donaciones de particulares no existen en México. Por supuesto, mucho tiene que ver que todos estamos de la chingada. La cultura del “ayudo” se queda en donaciones al Teletón o para las fundaciones Telmex y Televisa. En general somos apáticos y valemadristas, es la verdad. El Foxista ¿Y yo porque? es extremadamente mexicano.

Pero bueno, aun hay gente que abandera causas como P.Brux y Carol, que andan organizando el PerritoFest, que no es más que un acopio EN ESPECIE de croquetas y demás cositas que necesitan los asilos de perros.

Y quien se iba a imaginar que precisamente, un asilo los intenta correr del lugar (Parque España). Vamos, ni siquiera es competencia, desde diferentes trincheras trabajan para el mismo fin: ayudar a los perros desamparados. Y no conforme con eso, la semana pasada las corrieron de Coyoacán, donde necesitaban una “licencia” para poner su changarrito de acopio.

No lo entiendo de verdad.

Lo que más coraje me da es que muy poca gente le pone energía y tiempo a las causas en las que cree (cada quien las suyas) y tanto el gobierno como las otras organizaciones les meten las patas. Pinche gente, me cae.

Ya sé, debería ser más correcta, como el comunicado que hizo PerritoFest al respecto, pero me da coraje. A ver hasta cuando los pinches mexicanos aprendemos a convivir, respetar y a tolerar. Decía Ibargüengoitia que la nacionalísima frase “El respeto al derecho ajeno es la paz” en realidad es porque el ajeno es uno, y si yo soy más que tú, entonces todos se chingan.

En fin. Ya me alargué mucho. Sólo quiero mandarles un abrazo solidario a las organizadoras del PerritoFest e invitarlos a participar.

Pachanga. 28 de Noviembre. Bar "Baja Street". Baja California 274. Col.Condesa. Tocan *CIRCO BEAT *RICCA BRACCI . Entrada: donación


Vayan Chilangos!

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Diarios del fin del mundo

2012. Para unos, será un año catastrófico y cabalístico. Para los integrantes de Recolectivo es sólo un pretexto para lanzar su primer proyecto editorial: Diarios del fin del mundo.



Sus autores trabajaron en veinte cuentos cortos bajo la misma premisa: narrar el fin del mundo desde diferentes perspectivas y estilos.

El resultado salió a la luz en noviembre de 2009, te invitamos a conocerlo.

Querétaro, 15 de mayo de 1867

El sábado fui a 1867.
Había unos señores muy engalanados que estaban planeando cómo sacarle
más dinero al pueblo y así defender a Querétaro de otros mexicanos.

Entonces empezaron los rumores que llegaban los republicanos y
como andábamos con los europeos tuvimos que huir

Pero a medio camino se armaron los catorrazos

Hubo algunos heridos y muertos

Por fin agarraron al europeo y lo juzgaron por traición a la nación

Mientras estuvo preso, el pobre güero comenzó a alucinar con su vieja.
Y se lo echaron en el cerro de las campanas.

Desde entonces, los europeos dejaron de intentar tener una corona mexicana.
Para festejar, mis amiguis y yo nos fuimos de pachanga.




PD.
Si algún militar de la obra de teatro EL SITIO
le presta un traje a mi novio,
haría realidad una fantasía sexual de su servidora.
Aceptamos imperialistas o republicanos.
GRACIAS

jueves, 12 de noviembre de 2009

La otra y la disléxica.

La asignación de la semana era escribir un relato sobre un hecho trivial. Yo escribí dos que tienen que ver conmigo, pero los exageré. Sobre todo mis sentimientos del primer texto.
En este ejercicio me di cuenta que soy muy blogger. Es decir, quiero escribir con otro formato cuando tengo una idea y cambiarla a relato, me cuesta. Más logrado está el segundo, que también salió para Recolectivo.
Saludos!

LA OTRA

La semana pasada me enteré que yo soy la otra. Sentada en una banca incómoda de aquel frio salón, observé a mi alrededor y me di cuenta que sí, soy la otra. Hace seis años llegué a vivir a Querétaro. Unas semanas antes me había enamorado del centro histórico adoquinado, de los atardeceres turquesa y de las iglesias coloniales pintadas en amarillo mostaza. En aquel entonces, llegué a trabajar a una empresa que venía del norte del país, llena de no-queretanos.

Y como pasa con los grandes amores, poco a poco fui conociendo más de sus calles e historia. Aunque siempre lo hice rodeada de extranjeros como yo. Entonces me quedé vivir aquí. Hace poco, me inscribí a un diplomado en Historia de Querétaro en el que me enteré que soy la otra.

Durante la última clase, “usos y costumbres queretanas”, mis compañeros comentaban que en los cincuentas, los queretanos “originales” vivían en el centro y llamaban despectivamente los otros a aquellos que llegaban a vivir del rio Querétaro (avenida Universidad) hacia afuera. Lo que hoy es la colonia Primavera.

Los otros traían costumbres que atentaban contra la moral queretana. Eran libertinos, ladrones y se corría el rumor que ni se bañaban. Estos emigrantes ni siquiera a las leyendas respetaron, puesto que hasta a las brujas expulsaron de la colonia por la que antes paseaban y que ahora lleva su nombre.

En respuesta, los queretanos se encerraron en su precioso centro histórico y conservaron sus costumbres y tradiciones. Explicaban con una mezcla de emoción y añoranza que en los setentas, aún se “echaba reja” y que alguno de los hijos -sin importar el sexo- se quedaba soltero para cuidar a los padres hasta su fallecimiento.

Por supuesto, el enterarme de todas estas costumbres me tenían en shock. Durante el receso, observé a mis compañeros de clase: todos mayores que yo y todos –a mi parecer- muy queretanos. Hablan un lenguaje de común de calles y acontecimientos de los que yo quedo excluida. Se visten sin llamar demasiado la atención, hablan con tranquilidad y se preguntan por familiares y amigos con los que han convivido toda su vida. Y que yo llegué sin bañarme, cruda y con el pelo pintado de rojo…

Comencé a fijarme en el cuello de las señoras que asisten. A la que no le veía un crucifijo colgando era porque estaba utilizando bufanda. Sin embargo, una de ellas traía una figura plata en relieve, pero no encontraba forma de qué. Era curvilínea y tenía un hoyo en medio. La verdad es que le encontré forma de vagina, lo que se me hizo muy extraño.

Le pregunté sobre su dije y mirándome con incredulidad me dijo: “Es la Virgen de Guadalupe”. Lo dijo en un tono de voz que clarito escuché “otra pinche hereje extranjera”. Las demás señoras me voltearon a ver con desprecio. Me disculpé justificando tan aberrante equivocación con miopía. Apenada, me alejé de ahí.

Todos esos descubrimientos se amontonaron todo el día en mi cabeza. ¿Cómo nunca lo había notado? ¿Cómo es que la gente de la ciudad que amaba y que me había recibido era tan diferente a mí? ¿Qué es lo que le queda a este Querétaro?


¿Cuál derecha?

Durante toda mi vida, la gente con la que me he rodeado sabe y reconoce que soy una mujer inteligente. En mi etapa escolar, siempre fui una estudiante modelo. De esas niñas que caen mal porque siempre buscan sacarse dieces y lo hacen con facilidad. Ya de adulta, me he destacado en mi trabajo, logrando incluso puestos gerenciales.

Pues bien, creo que es el momento de revelar un obscuro secreto. Hay un sector de mi cerebro que se encuentra dañado y que me impide saber cuál es la derecha y cuál la izquierda. Intentando ocultar mi retraso, me río y minimizo la situación, asegurándole al descubridor que soy ambidiestra. Por supuesto no lo soy.

Ningún método me ha resultado 100% efectivo. Como no soy religiosa, el intentar persignarme no sirve de mucho. Escribir a mano ya lo hago poco, puesto que utilizo la computadora. Tampoco uso reloj.

Muy poca gente se ha dado cuenta de mi tara mental, ya que me las he ingeniado para que sea menos notorio. Frases como “sigue por donde va el coche rojo” o “mejor agárrame las dos tetas” me han permitido salir triunfal al momento de tener que dar instrucciones. Sin embargo, ante la pregunta directa de “¿Derecha o izquierda?” me congelo, titubeo, pienso un momento cuál lado es, expreso mi respuesta y segundos después la pongo en duda. Lo peor que puede pasar es que después corrija, ¿Cierto? No en la última vez.

El gimnasio al que asisto con regularidad tiene valet parking. Aquel triste día salí recién bañada y cambiada, con mi ropa interior sucia guardada en una bolsa de Soriana. No muy lejos se veía mi coche estacionado junto a otro de la misma marca y color: Almera Plata. El escuincle del valet me preguntó cual coche era. “El de la derecha” contesté con prisa y sin precaución, puesto que iba tarde para una junta.

Por supuesto, era el de la izquierda y 10 minutos después de comenzar a conducir, me di cuenta que no era mi coche. Enojada, regresé al gimnasio y le reclamé al escuincle acomoda-coches quien asustado, me entregó mi auto. Me olvidé del asunto todo el día, hasta que en la noche recordé la ropa interior sucia: se había quedado en el otro Almera.

Aunque me llené de vergüenza, decidí olvidarme del asunto. Antes muerta que aceptar que me apendejé y confundí mi auto. Total, que los dueños del otro coche tiren la tanga y el bra de entrenamiento. Pero no resultó así de sencillo. Tres días después y a la salida del gimnasio un señor me esperaba recargado en mi coche. Con un tono calmo y amable me explicó que había hecho una pequeña investigación con la que se enteró de la “leve” confusión de coches y me pedía de favor que le explicara a su muy celosa esposa lo ocurrido, puesto que aquella no le creía.

"¿En realidad es alguien tan idiota para no saber cuál es su coche? Imposible" aseguraba la insegura señora.

Accedí a su petición. Al final, no debiera ser tan difícil de explicar. Culparía a la prisa, al acomoda-coches o a la luna. Eso sí, nunca aceptaría mi dislexia ubicacional. Cada quien en su auto, nos dirigimos a su casa. El hombre llamó a su mujer para saliera e hiciera la verificación visual de los coches. La celosa mujer nos miró con sospechosismo y después de analizar ambos coches se dio cuenta que efectivamente, podría haber habido una confusión por parte de alguno de los involucrados.

Una vez aclarado el asunto, me invitaron a pasar a la sala, en lo que su sirvienta me traía la ropa interior olvidada. La señora se encontraba mucho más tranquila y relajada, por lo que comenzamos a hablar con del clima, los baches en la calle o algún tema de esos sin sentido. Cuando recibí mis calzones pedí permiso para utilizar el baño.

“En el pasillo, al fondo a la derecha” me dijo la hacía unos minutos, infeliz mujer. “Demonios, ¿Cuál derecha?” pensé. Con pesadez, me dirigí al pasillo indicado y durante todo el camino me dediqué a reflexionar cuál era la derecha, hasta que no me cupo la menor duda.

Abrí la puerta y me encontré al señor de la casa con todo el pene de fuera y meando. Apurada, salí de ahí. En mal momento se me ocurrió saber cuál era la derecha.

martes, 10 de noviembre de 2009

Dos crónicas y media

0.5: Viernes de aniversario. Radio, vino tinto y carnes frías. Y que el tiempo se siga yendo igual de rápido que aquel jueves de tres meses atrás.

1.5: Sábado. Botellazo Literario.
El sábado me junté con mis compañeros del taller de motivación a la escritura a hablar, comer y chupar. No había ningún motivo en especial. Era sólo por el placer de hacerlo. Yo no cumplo ni el mes en dicho taller, pero estaba puestísima. Me comentan que somos alrededor de 20 asistiendo, sin embargo, algunos están en San Juan y a otros no se les da eso de chupar y comer como dice la biblia que debe hacerse.

Como suele ocurrir en este tipo de reuniones, entre más se vaciaban las botellas, más se soltaba la lengua. Asistimos unos 10, de los cuales un par eran adolescentes y otras dos señoras con hijos adultos. Los demás andamos en los veintes y treintas. La plática brincaba de libros a viajes. De sentimientos respecto a la forma de llevar el taller a propuestas de nuevos ejercicios. De lo que habías vivido en otros países al Querétaro mocho. De exhibir tus textos y de blogs.

Aunque utilicé la formula de una copa de tinto y una de agua, parece que el agua me la tomaba muy rápido porque comencé a tirar copas y a responder cosas que ni me habían preguntado. Efectivamente, mi capacidad alcohólica ha disminuido. Por eso, la omnipresencia no se me dio y falté a un concierto al que había asegurado ir :/

Yo me la pasé a toda madre. Hacía mucho que no compartía así con “desconocidos” y la experiencia me encantó. Quedan cafés, comidas y más reuniones por compartir.

2.5 Domingo. Concierto The Killers
La camioneta partía a las 3:30 y a mí se me estaba bajando el azúcar o algo así. (Ok, me pegó la cruda retardada). Nada que un par de aspirinas y muchos besos en la carretera no quitaran. Cuando arribamos al Palacio de los Deportes de nuestra amada capital, lo hicimos con suficiente tiempo para comprar la camiseta y el DVD del concierto que la ley obliga. Yo ya estaba emocionadísima, los comentarios de Guadalajara, Monterrey y del día anterior habían sido todos positivos. Aún así, yo tenía mis reservas: dicen que la acústica en el Palacio no es la mejor y en los videos de Youtube se oye un Brandon Flowers un poco descompuesto y gritón.

Abrió Hello Seahorse, quienes se ganaron un abucheo por tocar un par de canciones de más. La verdad es que ya estábamos impacientes y con la adrenalina a todo por ser las Víctimas. A mí me atraparon desde la primera canción, Human creo que fue. El escenario precioso, con palmeras de sus amadas Las Vegas, iluminación perfectamente sincronizada y videos muy originales. Para Human, un latido del corazón (de esos de electrocardiograma) estaba de fondo. Supongo que a las 20mil almas nos latía a ese mismo ritmo. "This is your life" para bajarle tantito y "Somebody told me" para volver a brincar. "Tranquilize" es una de esas rarezas (a dueto con Lou Reed) y ¡la tocaron!. Esa canción es muy especial para mí, puesto que la utilicé una y otra vez para escribir un texto importante. El concierto tuvo un enorme climax que comenzó con "Smile like you mean it" + "All these things I’ve done" (con un Flowers más cercano y dirigiendo un coro de histéricos cantanto I got soul, but I'm not a soldier! I got soul, but I'm not a soldier!) + "Spaceman" que casi nos hizo llegar casi al orgasmo con el cover de Elvis “Can’t Help Falling In Love”.

Entonces, miamorcito me dijo al oído y no sabes la que sigue. El sinth de los primeros acordes de “Read my mind” me pusieron la piel chinita y me hice pipí. Esa canción es la más bonita del mundo mundial y la disfruté enormidades. El solo de guitarra que se avienta el Dave Keuning fue orgásmico. Y no sé de dónde saqué garganta para gritar:
Slippin’ in my faith until I fall.
You never returned that call.
Woman, open the door, don't let it sting
I wanna breathe that fire again.

She said I don't mind, if you don't mind
'Cause I don't shine if you don't shine.
Put your back on me,
Put your back on me,
Put your back on me.

The stars are blazing like rebel diamonds cut out of the sun.
Can you read my mind?

El lugar no podía estar más prendido y que comienza "Mr. Brightside". El IT WAS ONLY A KISS!! retumbó al recinto. Después de eso, el encore. ¿Pues que dejaron para al final? le pregunte afónica a mi adorable acompañante. ¿Solo "When you were young"?

Efectivamente con esa cerraron, no sin antes tocar “Jenny was a friend of mine” y “Losing Touch”. Me parece increíble que para 3 discos, los Killers tienen esa cantidad de hits que algunos, ni sencillos fueron.

Simplemente espectacular y delicioso el concierto. Gran concierto, gran noche, gran fin de semana.

Muchas gracias a todos los que me acompañaron :)

lunes, 9 de noviembre de 2009

Avisos varios

1. Lunes de Recolectivo. Exageración de una de mis tantas taras mentales en ¿Para donde dices?

2. Ya mande un mail para los interesados en escribir para No le cuentes a mi padre. Si alguien más quiere participar, escriban a rossymr@gmail.com para contarles más como esta el chou.

3. Ya está actualizada la liga del Flickr, la verdad me gusta más que el facebook, que ya lo ando abandonando.

4. Una gran historia en No le cuentes a mi madre. Mi primer post histórico, directo de un trabajo del diplomado y una arriesgada investigación muy a la Indiana Jones. Dice miamorcito que me estoy haciendo más queretana cada día, juar.

Saluditos

viernes, 6 de noviembre de 2009

Capaz que se trata de TRATA

A mi si me dio miedito.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Inadaptación

El último día de trabajo de computita, fui con miamorcito a ver un espectáculo de danza moderna. Antes de comenzar la función, me presentó una señora en sus sesentas que había sido bailarina. Además de bailar, su pasión es leer. Me dijo que tenía una biblioteca grandísima en su casa y comentó sobre un autor del medio oriente con un nombre tan extravagante que me quedé con cara de WHAT.

La señora me preguntó que a qué me dedicaba. “Es escritora” Augusto aseguró.

Por supuesto, miamorcito además de ser un encanto, es mi fan.

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Lo que haces para ganarte la vida define lo que eres. Desde ese día he conocido a mucha gente e invariablemente la pregunta que recibo más frecuentemente es ¿Y tú qué haces?

Cuando mi respuesta era “ingeniero en software” más de uno se quedaba apantallado. “Has de ser muy inteligente, ¿no? o “Eso es muy difícil” o “¿Me arreglas mi computadora?”. Te etiquetan como ñoña, sistemática, necia, tecno-adicta, perfeccionista y hasta atea.

Ahora ante esa pregunta no sé qué decir. Bajo un poco la mirada y titubeo. Y es que, como ya lo dije en un comentario de Recolectivo, aún no me siento escritora. Mi respuesta es que escribo y que tengo varios proyectos personales cocinándose. Blogger sería la respuesta más acertada, pero eso es un hobby, ¿cierto?

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Mi maestro del taller literario sostiene que escritor es el que escribe. Ante eso, todos somos escritores.

Los defensores de esas corrientes de felicidad absoluta sostienen que para empezar a ser alguien, primero tienes que comenzar a creértelo.

Yo soy de ideas y prefiero aceptar el momento: estoy en transición. Hay gente saliendo y entrando a mi vida, al parecer serán muchos más. Estoy saliendo del clóset, arriesgándome por un sueño y poniendo las bases para el mismo. Apenas comienzo a aceptar las consecuencias de lo que escribo, que pueden ser no muy gratas.

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El sol aún no se termina de poner y la luna llena ya se hace presente sobre los arcos. La veo y pienso que dice "aquí estoy, aunque aún no sea mi momento". El otoño llegó con más frio del esperado. Mi pelo ya está más largo y siento cómo el viento lo revuelve. Las noches despejadas hacen que volteé a ver la luna y las estrellas mientras encorvo el cuello bajo mi bufanda rosa mexicano. Sin duda, el clima de los atardeceres Queretanos es perfecto para esta inadaptación que disfruto.


Atardecer en los arcos

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Interesados, mandar solicitud por triplicado

naaa, sólo déjenme un mail (rossymr@gmail.com) los que quieran escribir cochinadas para contarles bien el chisme antes de la gran inauguración.



(picarle en la imagen para el preview del blog)

Escenario 2: Bajo la lluvia.

Esta vez, me dieron la siguiente frase para desarrollar dos relatos: Bajo la lluvia, un hombre con paraguas se acercó caminando tranquilamente Esto es lo que salió

El llanto del cielo rompió el silencio queretano
Bajo la lluvia, un hombre con paraguas se acercó caminando tranquilamente. Me sorprendí al verle, puesto que era el único que contaba con protección ambulante ante esta repentina tormenta.

Media hora antes, el sol abarcaba todo. No había una nube que interrumpiera ese inmenso azul. La procesión apenas comenzaba cuando un fuerte viento anunciaba el caos en forma de nubes grises. Gotas gordas comenzaron a golpear con fuerza a los callados fieles congregados aquel viernes santo.

Cuando comenzó a llover, las cofradías sólo apuraron el paso, sin embargo, minutos después tuvieron que correr. Los menos devotos se olvidaron de la cruz que cargaban, se remangaron las enaguas y corrieron a protegerse a los pocos techos que se encontraban cerca. Las cruces quedaron abandonadas a media calle, como un improvisado cementerio. Otros, más estoicos, aguantaron sin inmutarse los embistes de la naturaleza o de Dios, como los entrevistados dijeron mas tarde en los noticieros.

Pero la gran alharaca la armaron los niños, quienes vestidos de angelitos, comenzaron a buscar a sus madres. Mientras lloraban, corrían en todos sentidos y algunos se golpeaban contra las cruces de madera o las cadenas que los participantes cargaban. Otros al borde de la histeria eran los líderes de cada cofradía puesto que las santas imágenes que momentos antes llevaban en sus hombros, corrían el riesgo de echarse a perder.

Empapada, me quedé en medio de la calle observando el caos y pensando cómo titularía mi artículo para el periódico del día siguiente:

“Procesión del silencio callada por Dios”
“No hubo silencio en este viernes Santo”
“El llanto del cielo rompió el silencio queretano”

En esos absortos pensamientos me encontraba cuando el hombre del paraguas se acercó y dijo seriamente:

-El problema es que no escuchan, apenas ayer dijeron que iba a llover con fuerza.

-¿En serio? ¿Lo dijeron en las noticias? Le pregunté incrédula, mientras protegía mis ojos del agua. Así lo observé mejor: vestido completamente de negro, su pálido rostro no reflejaba sentimiento alguno. En el dedo medio de la mano que sostenía al paraguas, llevaba un anillo muy grande y puntiagudo que me llamó la atención. Tenía grabado en relieve un dragón con unas letras que no alcancé a distinguir, ya que el hombre se dio cuenta que lo observaba y rápidamente cambió el paraguas de mano.

-No, lo dijeron en la liturgia- me contestó de manera seca y se fue.



Y usted, ¿De qué se quiere morir?

Bajo la lluvia, un hombre con paraguas se acercó caminando tranquilamente. El paraguas estaba cerrado y lo sostenía con elegancia a modo de bastón. Sólo le faltaba el bombín, el frac y el monóculo, para parecer uno de esos hombres de sociedad de principios del siglo pasado. Uno muy mojado, eso sí. Pero el porte sí que lo tenía. Bajando un poco su cabeza y con un ademán a modo de pequeña reverencia, me ofreció su paraguas.

Esa noche regresaba del trabajo y esperaba el camión cuando comenzó a llover, por lo que me refugié en el toldo verde de una tienda de cigarros. Sin embargo, la lluvia comenzó a arreciar y yo temía por la seguridad de mi nueva y costosa cámara. Supongo que la preocupación se notaba en mi rostro y que por esa razón el hombre se acercó y me entregó su paraguas.

-Toma, no te preocupes que pronto dejará de llover- me dijo sin esperar una respuesta. Entró a la tienda y cinco minutos después salió con un cigarro encendido.

Tal como lo predijo, la lluvia torrencial había disminuido y el hombre mirando al cielo exclamó -Te dije que pronto dejaría de llover- Yo me limité a sonreír.

Se recargó en la desprotegida pared y siguió fumando a largas bocanadas. En sus sesentas, lo blanco en su barba comenzaba a dominar. Pronunciadas arrugas se formaban en sus ojos, ya que los entrecerraba para protegerlos del chipichipi que aún caía. Su piel era obscura -más bien quemada-, su nariz aguileña y en la frente tenía una cicatriz. No, no podía decirse que era un hombre guapo, pero la pose, el gesto, el desenfado mezclado con elegancia bajo la lluvia llamaron mi atención.

-¿Por qué no se refugia bajo el toldo?- Le dije, haciéndole un espacio.

-¿Para qué? Si de algo nos tenemos que morir. Personalmente, apuesto por enfisema pulmonar - Me dijo sonriendo con malicia y levantando el cigarro. –Y usted señorita, ¿de qué se quiere morir?-

La pregunta me sorprendió. ¿Qué clase de persona hace esas preguntas? Sin embargo, decidí seguirle el juego e inventar distintas y excéntricas “muertes”.

-¡Devorada por los leones! O en un parto de trillizos. No… ¡mejor un asesinato! que mi amante en un ataque de celos me tire desde un décimo piso. O que sea víctima de un fuego cruzado del narcotráfico y que en la investigación policiaca me confundan con una de ellos y nunca se sepa que morí. Mejor me aviento a un volcán en erupción… la lava roja me hipnotiza. ¿Son impresionantes los volcanes, no cree?

El hombre seguía fumando y mirándome a los ojos exclamó -Piénselo bien señorita, que se le puede cumplir-

-En un accidente- respondí con seguridad- rápido y en seco. Sin demasiada sangre, pero que en un instante, saz! deje de existir.

La luz artificial de un faro lo iluminaba a la perfección. La lluvia seguía, pero en pequeñas gotas que permitían que el humo que salía de su boca ascendiera formando extrañas figuras. Su pelo y barba estaban mojados y pequeñas gotas se resbalaban por su rostro. Sin embargo, eso parecía no importarle y disfrutaba cada bocanada del cigarro.

La escena era perfecta, por lo que saqué mi cámara y con un tímido “¿Puedo?” lo comencé a fotografiar. La Iluminación difusa daba un balance que nunca antes había fotografiado. Con o sin flash, la escena resplandecía. Le hice close-up, cuerpos completos. Cada foto era mejor que la anterior, lo que me tenía muy concentrada. Ya veía mis fotos en una exposición en Nueva York, en revistas de prestigio, ganando el Pulitzer…

Entonces vi esa fuerte luz y escuché un fuerte grito acompañado de un rechinar de llantas. Y así fue como llegué aquí. Y tú… ¿Cómo te convertiste en recoge-muertos?