Este blog personal estuvo activo de marzo de 2008 a julio de 2010. La continuación está en jeri4queen.blogspot.com

viernes, 23 de julio de 2010

Oaxaca: hippie y calzonuda

Unos días antes de nuestra llegada, los maestros y la APPO habían tomado el centro histórico. Ya estaba al corriente de ese suceso, pero eso no me desanimó. Así es Oaxaca y si su centro tiene que estar atascado de maestros mitoteros, que así sea.

Lo primero que me sorprendió de Oaxaca fue la cercanía de sus montañas. Desde varias calles de centro, es posible ver al fondo un monte verde, majestuoso. El autobús nos dejó a 5 o 6 cuadras del centro y ahí encontramos una pensión. En esas cuadras, sentí a Oaxaca como Querétaro. Las casas coloniales, el adoquín (aunque gris, es mucho más elegante que el cemento), los colores vivos en las fachadas, las calles limpias y con nombres de héroes, en fin. Bonito, muy bonito.

Sin embargo, el primer cuadro del centro histórico, tomado por los maestros es un verdadero desmadre. Sucio, imposible de caminar y apestoso a miados. Yo había pensado que la toma del centro era de manera representativa. Pero no, la cantidad de maestros en casas de campaña abarca muchas calles y podría ser la pesadilla de tanto niño burro. Como turista, podría decir que “afean” la ciudad. Pero la realidad mexicana los ha llevado a eso y más. Por eso, no estoy en posición de criticarlos.

Los mercados son parte de nuestra identidad mexicana. Entre sus paredes encuentras artesanías, comida, fruta, alcohol, ropa y gente que conservan el toque local. No es lo mismo entrar al de Coyoacán, que al de Abastos en Guadalajara, o el 20 de Noviembre en Oaxaca. Y créanme cuando les digo, que éste se encuentra ya en mi lista de tops. Acudimos 2 veces al día y al mismo local con doña Chabelita, quien nos alimentó sabiamente. La extraño, doña.

Dicen las malas lenguas que el movimiento cultural en Oaxaca está perrón. Nosotros, que íbamos por las letras, preguntamos en el Fondo de Cultura dónde quedaba la Editorial Almadía. Proveedora Escolar es su nombre de encubierto y por fuera parece una papelería. Sin embargo, después de unas estrechas escaleras, el paraíso nos esperaba. Con espacio para sentarte a leer, hubo un día que salimos a comer y volvimos. Había mucho por escoger y es que ahí se encuentran ediciones descontinuadas y editoriales no muy famosas, como NitroPress. Mi viejo, que es un adicto a los libros, estaba como niño fresa en Disneylandia.

Por fortuna (para mí, que quería ver la ciudad), el lugar tiene una hora de cierre. Dada la condición desmadrosa del centro, el mejor lugar para caminar fue el andador Macedonio Alcalá. Antros, cafés, museos y librerías son el principal atractivo del paseo turístico. Al final, se encuentra la Iglesia de Santo Domingo, enmarcada con sus agaves. Un par de plazas la rodean y de jueves a domingo, hay eventos culturales. Hacía un poco de frío y yo andaba con vestido strapless, pero un rebozo fue suficiente para disfrutar una obra de teatro izquierdosa sobre Benito Juárez y algunos bailes típicos.

De día el andador luce un poco menos, sin embargo, el exconvento de Santo Domingo tiene un museo imperdible para quienes nos gusta la historia. El lugar en sí es imponente: el techo es alto y está lleno de dorado. Le acompañan estatuas en relieves con imágenes religiosas. El lugar fue fundado por los dominicos y te escupe en la cara el poder y dinero que llegaron a tener los religiosos durante la colonia. No te extraña porqué Juárez y su Reforma exigía laicidad y separación del clero para el estado mexicano. Ahora, la exposición en sus salas te lleva de la mano por la historia de Oaxaca. Desde la prehistoria, los primeros asentamientos humanos, mixtecos, zapotecos, Monte Albán, la colonia, independencia, Juárez, Díaz… hasta hoy. Oaxaca no sólo es rico en comida y cultura, la historia está cabrona. Este museo y templo es un indispensable si visitan la ciudad y les recomiendo ampliamente hacerlo antes de ir a Monte Albán.


Contraté un tour para ir a la zona arqueológica. No sólo por la comodidad que te da una camioneta al subir un cerro, si no por escuchar una explicación decente del lugar. Y es que me declaro neófita de las culturas mixtecas y zapotecas. Las ruinas de Monte Albán no son majestuosas, pero su vista, sí que lo es. Para mi fortuna, aquel día el valle de Oaxaca estaba limpio y la Sierrra Madre presumía sus montañas.

Las pirámides son más austeras que por ejemplo, Palenque. Sin embargo, la historia y tecnología (como acueducto y observatorio astronómico) que sus habitantes desarrollaron sorprende. Ya he comentado antes que ver la historia y su arquitectura con ojos de este siglo puede ser contraproducente, y Monte Albán sufrió por eso. A pesar de ser conocida durante mucho tiempo, las investigaciones en el sitio comenzaron en la década de los 30s, cuando fue encontrada llena de riquezas, la famosa tumba 7. Es triste tener que encontrar oro y turquesas para atreverte a buscar más. Ahora el contenido de la tumba, está en Santo Domingo y como ya dije, puto el que no vaya.



Oaxaca capital está a 5 o 6 horas de la capital. La autopista es cómoda y la vista preciosa. Los chilangos que no la conocen, ya deberían ir apartando un fin de semana. La ciudad colonial es pequeña pero con una gran personalidad: bien podría ser la hermana hippie y calzonuda de Querétaro. Comida, historia, cultura, aire limpio, libros ¿Qué más quieren?


¡MEZCAL!, dhu.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hey rox tengo una duda, en tu viaje a nueva york, que hostal elegiste,

La Rosy dijo...

No recuerdo anónimo, pero estaba bien pinche. Mejor que alguien más te recomiende uno :(