Todos los hombres -en todos los países- son iguales y otras reflexiones harto profundas (kind of)

Una de las ventajas de viajar sola es que, mientras te pierdes en el metro y vas de regreso, entras en trance reflexivo. Quiero compartirles 3 que se me hacen bien trascendentales (bueno no)

1. La noche que fui a cenar Thai Food, estaban a mi lado un par de amigas. Como el restaurante era muy íntimo, podía escuchar perfectamente el rumbo de su conversación. La amiga 1 estaba de visita en NY, pero había vivido mucho tiempo ahí. Así que ambas se estaban poniendo al corriente de los temas favoritos de dos amigas que se juntan a comadrear: blasfemar sobre los pobres hombres y recortar a otras mujeres. Las gringuitas repetían la MISMA conversación que he tenido con Reina o Lina: de cómo son cabrones, de que les pasa, de que no les entendemos, de que así los queremos, de que también estamos locas. Y por supuesto, la "amiga" ausente sufre una buena tijereteada porque, se han comenzado a poner gordas, narizonas o les ponen el cuerno. En serio, eran conversaciones cutipasteadas

Me puse a pensar si todos los hombres -en todos los países- son iguales. De pronto y mientras sorbeteaba mi delicioso thé tailandés, me cayó el veinte: ¡¡Lo más probable es que las conversaciones de todas las mujeres sean iguales!! Me levanté tan asustada de mi lugar que me dirigí a freír fideos a la cocina para relajarme. Las chinitas me corrieron del lugar. (Ya sé, no son chinas)

2. Aunque devoré Tokio Blues me pareció un libro sobrevaluado. Mucho adolescente emo. ¿Será onda del autor o en Japón tienen una seria obsesión con el suicidio? Tengo que investigar. Como sea, me dio mucha hueva el drama amoroso.

Pero soy vieja y acepto que en más de una ocasión me he metido en dramas de a gratis. Por supuesto, no me arrepiento de ninguno. Y más que reflexionar si ubiera hecho algo diferente o que aprendí de eso, ahora y visto de lejos, me regresa un "no mames, que pinche exagerada".

3. Sex & the City aprovecha las bondades de Nueva York al extremo. Cuando vi las calandrias (carrozas de caballitos en jaliskillo) me acordé de la misma carroza pero en trineo, siendo arrastrada por Central Park con Carrie y su Ruso Alexandr montados. Estar ahí lo hizo más romántico aún.

Sé que hay muchos detractores de la telenovelita gabacha, pero hay que aceptar que retrata de manera magistral a cada arquetipo de hombre: Mr. Big, Aidan, Alexandr, Berger. Me dio risa que todos ellos han existido en mi vida, de menos en algún grado.

Comencé a buscar con angustia en donde quedaba mi hombre en tanto rollo telenovelero. Y la respuesta me llegó de golpe: No soy una Carrie, soy una Miranda y tengo a mi Steve. (Aquí todos dicen awww!! **aunque sea un poquito, porfis**).

Supongo que algo así me tenia que pasar, ¿como no lo vi y me negaba? Tarada que es una.