Lo peor es que ni dice cuantas calorías me estoy zampando, sin embargo me aseguran que me estoy tomando 165Mg de antioxidantes naturales, lo cual me da muchísimo gusto, aunque no sé cuantos necesito y si realmente me voy a oxidar como las manzanas mordidas, snif.
La costumbre de leer las etiquetas de los productos la adquirí en España, donde los rastrillos advierten que no se use en la boca. Chin. También descubrí que una pasta de dientes no debe venderse en Perú. Que cosas, quien sabe como sean los dientes de los peruanos que la tienen prohibida.
De la misma manera descubrí que mi shampoo no fue probado en animales. Me pregunto en qué entonces. Y quien si lo hace. Y si los humanos cuentan como animales. Y si será la razón por la que me pica el coco.
Últimamente que he comprado thés acá
bien finolis para tomar por la tarde -cual inglesita- y resulta que es tooooodo un ritual poner el agua a calentar (por aquello de la temperatura ideal), los minutos que tiene que quedarse la bolsita, la pureza del agua, el aire que nos rodea etc. Supongo que algún tesero de Sri Lanka muere un poquito cada vez que le hecho el agua caliente que sale en la maquinita del garrafón de mi trabajo e incluso tengo el atrevimiento de ponerle
coffimeit.
Las mejores explicaciones son, sin duda, las de los productos femeninos. El papelito extra que traen los anticonceptivos y los tampax contienen una mezcla de humor y susto interesante. No sé a que mujer en sus cinco sentidos se le ocurriría meterse por la vagina los anticonceptivos o meterse un tampón sin sacar el otro. O que pasa si te dejas de tomar una pastillita o si resultas alérgica al tampón. Como sea, todas nos hemos enterado de una que se embaraza estando en las pastillas y otras que se les olvidó quitarse un tampón.
A veces pienso que debo dejar de leer las etiquetas de las cosas: me tardo mucho en el súper y tengo fantasías asesinas con los productos del aseo. Sufro cuando tengo que tirar las pilas y me estreso cuando algo (como el tinte o los hotcakes) requiere una mezcla exacta de ingredientes, puesto que si no lo hago correctamente, puedo morir.
Definitivamente, comenzaré a comprar a granel.