Pues si, el post prometido lo tenía completamente estructurado en mi cabeza y justo me disponía a bajarlo al Word este martes cuando comenzó la masacre en el trabajo. Mi ubicación física me permitió presenciar bastantes asesinatos, y más porque la primera descabechada era -relativa y profesionalmente- cercana a mí.
Los chismes por messenger se intensificaron y más cuando nos fuimos enterando de los caídos en otras áreas. A media mañana, cuando mi jefa fue una de ellas, me dije a mi misma:
mimisma ya valistes madres. Mi ahora ex-jefa me tranquilizó asegurando que sólo se iría uno más. Y yo, por ser la pseudojefa, pues no me iba. Por la tarde, la calaca le llegó a dos de mi equipo (éramos 4), por lo que comencé a hacer mis respaldos, a barrer mi lugar y a hacer largas y
recriminantes emotivas cartas de despedida.
En resumen, todo el pinche día anduve de nervios, por mí, por la gente cercana a mí, por el perfil que se iba viendo de los corridos. Literalmente me cagaba y eso que soy estreñida.
Aunque me salvé, no sabía si mi
plan maligno de conquistar al mundo(r) e implantar el
reino del terror(mr) podía continuar. Este miércoles el
merochief me dijo que simón, le siga. Ahora tendré más chamba, pero pues al menos sigo aquí y no en Av. Universidad **
Por supuesto, los cambios realizados impactan el supuesto control que ya tenía de la situación. Hay más trabajo y ajustes por hacer. Por lo pronto, a las 3am estaba pensando la manera
más eficiente -odio usar esas palabrejas- de ejecutar los cambios. Así que mejor me puse a escribir sobre ello, porque no, no quiero ser una
de esas***.
**La calle de las señoritas al servicio de las necesidades masculinas, aquí en Qro.***Workoholicas, no putas