Este blog personal estuvo activo de marzo de 2008 a julio de 2010. La continuación está en jeri4queen.blogspot.com

viernes, 25 de junio de 2010

Quintana Roo, donde las diputadas posan como supermodelos

Veo una vez más las fotos del viaje y no encuentro cómo escribir al respecto. Las imágenes, los sabores y las emociones se amontonan y revuelven con la gente, los olores y los acentos. En esta primera parte: Quintana Roo.

1. En Cancún quisieron violarme pero no pudieron.

Ir a Cancún fue un movimiento estratégico: encontré un vuelo increíblemente barato hacia allá y tengo un amigo al que le pedí asilo. Abrumados por el calor y la humedad surestiana, apenas salíamos del gusano que conecta al avión con el mundo real cuando los vendedores de placer nos acosaron. Como perros encadenados desde su guarida, llamaban a su víctima aka turista usando ladridos en español e inglés. Supongo que tienen prohibido acercarse así que hacían malabares a tres patas con tal de arrastrar a los inocentes viajantes a sus garras. Una de esas perras incluso nos ordenaba acercarnos al lugar antes de ir por las maletas, como si fuera un prerrequisito.

Afortunadamente salimos del aeropuerto sin daños físicos. Pero el acoso turestil fue una constante durante las pocas horas que estuvimos en Cancún. Son como moscas de esas grandes y verdes que no descansan hasta picarte.

Mi amigo, el Compadre, es un hombre de bien de esos comprometidos con el trabajo. Así que tuvimos que hacer tiempo hasta que se liberara de sus ocupaciones laborales. Saliendo de la estación, tomé la ruta R1. El chofer me preguntó que a donde iba. “A la playa” le contesté. Me miró con cara de “señorita, aquí hay muchas playas”, así que agregué: “a cualquier playa”. Así se subieron algunos gringos y otros despistados, con los que el diálogo se repetía. Me sentí menos estúpida.

Nos bajamos en Playa Tortugas, llamada así por los gordos que están empanizados en la arena. Esquivando más moscas ladradoras, llegamos al “agüita” sólo para encontrar que estaba llena de algas secas y un poco fría. Pero el calor era más fuerte que mis quejumbres por lo que me quité el vestido y me metí al mar. No hay necesidad de asustarse: traía bikini abajo, el exhibicionismo estaba planeado para después.

Por la noche y con las piernas piqueteadas, mi compadre nos recogió en una esquina del Boulevard. Sin duda, lo mejor de Cancún fue reencontrarme con mi amigo, con quien hace 5 años compartí cervezas, canciones, películas y bailes. Platicar con él de aquellos tiempos me hizo sentir un poco vieja, pero contenta de haberlo disfrutado así.

En el mercado intentaron violarme también

Le hablé a mi compadre de nuestros planes y de la filosofía anti-turista con que emprendimos el mochilazo y nos recomendó ir a Holbox.

2. La gravedad en Holbox

Todos sabemos las maravillas del mar Caribe: aguas transparentes y finísima arena blanca. Sin grandes olas y de temperatura templada, esa gran alberca es la delicia de todos. Entonces, ¿Que tiene Holbox que no tengan otros lugares del caribe? Los lugareños dicen que es magia. Su nombre maya significa “hoyo negro” y es que -según ellos- cuando en el continente hay lluvia, en la isla el sol abarca todo. Cuentan que los mayas perseguidos por la guerra de las castas se refugiaron en la isla, y que a diferencia de las otras islas famosas de Quintana Roo; Chetumal e Isla mujeres, Holbox no ha caído en la tentación de los grandes hoteles para turistas y se niega a poner en riesgo sus recursos naturales y animales, que incluyen al tiburón ballena, flamingos y demás variedad de aves.

Yo les puedo hablar de Motorcito, que con una sonrisa tímida me ofreció una cabaña en renta cuando aún no salíamos de Cancún. Que carga con su biblia, es moreno, regordete y con ojos negros de pestañas rizadas. Aunque las canas ya aparecen en su pelo chino, la cara de niño no se le quita.

La cabaña resultó un hogar muy parecido al que construyó la adolescente parejita de “la laguna azul”. Su techo de palma mantenía el lugar fresco y una cama con velo protege del ataque de los mosquitos. De sus coloridas paredes cuelga una hamaca que te llama a dormir, leer… o usar tu imaginación.

Las calles en Holbox no están pavimentadas, así que no hay calor desde el piso. El pueblo es pequeño pero si te da flojera caminarlo, es posible rentar bicicletas o carritos de golf, medios de transporte que utilizan los lugareños. Por supuesto, no hay coches ni camiones. La mayoría de las casas son de madera y están pintadas de colores vivos y con techos de palma.

Rodeando a la plaza principal está la iglesia, el ayuntamiento y un sinfín de restaurantes que ofrecen desde comida mexicana, italiana, tacos, mariscos y por supuesto, pizza de langosta (¿de qué más?). Hay comida para cualquier presupuesto, sin llegar al obsceno costo de una cena en Cancún.

La gente es alegre, amable y casi todos tienen perros chaparros. De dos a tres por casa, en su mayoría son mestizos, están bien alimentados. Los perros andan por las calles como si les pertenecieran y saben el camino al mar para meterse a refrescar.

Algunos extranjeros se enamoraron de la isla y se quedaron a vivir ahí. Como un italiano, que compró un carrito de crepas y con eso se mantiene. O los sudacas, que hacen collares y pulseras de hippies o ayudan a los niños de la isla en los eventos escolares.

Y sí. El agua del mar es transparente y de lejos, se ven diferentes tonos de azul. Imposible ahogarte, imposible no quedarte horas en la playa, donde a nadie le importa si te da por sentirte europea y te asoleas topless o si te metes al mar y te quitas todo lo demás.

Estoy de acuerdo con los holboxianos: la isla tiene algo especial. Y no es por el mar, por la tranquilidad en sus calles o por la calidez de su gente. Es por ese hoyo negro que te jala a su centro y crea una realidad paralela en la que los problemas, las dudas existenciales, las prisas y las actualizaciones de twitter no existen.

Créanme: si algo tienen que hacer en su pinche vida, es ir a Holbox. (de preferencia, con pareja / amante / nalga / pioresdedo /primo / warever)

El amore prehistórico presente en Holbox

2 comentarios:

Angel B dijo...

La neta, la neta, saliste bien en la foto donde te pones amorosa con el afortunado Limulus Polyphemus ese :)

Y la foto de la cabaña en Holbox hizo que me dieran ganas de lanzarme para allá. Se ve muy lindo.

Gran post y ya me muero de ganas de leer el resto de la reseña del RoxyTour México 2010 :)

Un abrazo

La Rosy dijo...

Deberías ir a Holbox, sin duda. ;)