Este blog personal estuvo activo de marzo de 2008 a julio de 2010. La continuación está en jeri4queen.blogspot.com

martes, 9 de marzo de 2010

Chilangas - 1/15

Voy a hacer 10 o 15 cuentitos de chilangas
y después las juntaré en un lugar 1000% capitalino.
A ver que tal.


I.
Desde que me bajé del autobús, el Distrito Federal me pareció repugnante. La gente salía de todos lados: taxis, coches, camiones, casas, cielo. Seguro que hasta de las coladeras, pensé. Y es que el ruido que provocaban en sus comercios y autos me azotaban los tímpanos. Pero mi sentido más afectado era el olor, ya que la pestilencia del drenaje se mezclaba con el olor a garnacha y a smog. La sensación de nausea era constante.

Llegué a la capital para abortar, no era una turista buscando antros, museos y conciertos. Sólo era una persona que se había equivocado y que tenía que hacer una corrección. Porque podía cargar con orgullo la bandera de “La Amante”. Escandalizar a una sociedad provinciana y mocha es divertido y gratificante; te pone en un lugar visible entre esa masa homogénea de gente.
Además, soy dueña de mí. ¿Cierto?

Tomé un taxi y cuando le dije al chofer mi destino, una mirada de reprobación se reflejó en el retrovisor. Como si nunca hubiera recibido una de esas. Durante el camino y como un padre sobreprotector, me sermoneó con la verborrea sobre el milagro del nacimiento y la santidad de la familia. Como si nunca hubiera recibido un sermón así.

Íbamos llegando al Chiquihuite, cuando la lluvia comenzó a formar ríos y la tierra del cerro comenzó a rodar cuesta abajo. “Como que alguien no quiere que llegue, señorita” me dijo mi moralista conductor. Pero ni el sermón, ni las mantas de pro-vida o los folletos de adopción que acompañaron el trámite no me hicieron cejar en mi decisión de corregir.

Por supuesto, aborté. No tenía ilusiones para ese ser destinado a crecer, nunca lo deseé y por el tiempo que estuvo en mi cuerpo, ni siquiera lo consideré humano. Era un intruso más en mi vida. Tal como lo fue el taxista que me dejó en el lugar, la enfermera que me atendió o su padre.

Los siguientes días se me fue la vida mientras dormitaba en esa cama de sábanas ásperas de un motel cerca del Circuito Interior. Cuando tuve fuerzas para levantarme, corrí la polvorosa cortina que me descubrió una avenida repleta de coches. Era de noche y cuando entrecerré mis ojos, un río de luces en un cauce de concreto apareció ante mí. Esa agua luminosa fluía en perfecto orden y sintonía.

Por eso me quedé a vivir en esta ciudad. Estaba cansada de llevar la contraria sólo porque sí, por no ser igual.

5 comentarios:

ricardos dijo...

Muy bueno. Directo al grano.

Sivoli dijo...

Me gustó... varias imágenes bastante chidas. Hay un par de detallitos que no le estorban al ritmo ni al final. Me latió.

¿Estás probando con otro tipo de temáticas?

Anónimo dijo...

crei que solo los chilangos decian provincia!! como me caga esa palabra

aunque digan que fuera de la capital se le dicen provincia no hay tales, se llaman estados

Sivoli dijo...

Anónimo es provinciano o provinciana.

La Rosy dijo...

Sí anónimo, eres un provinciano por quejarte.

Sivoli. Así es, ¿Que le notaste?

Ricardos: Gracias!