Este blog personal estuvo activo de marzo de 2008 a julio de 2010. La continuación está en jeri4queen.blogspot.com

jueves, 31 de diciembre de 2009

Métanse por sus doce uvas...

Toda mi vida he sido Grinch de año nuevo. El trauma inició a una edad muy temprana, cuando me obligaban a permanecer despierta hasta media noche, únicamente para la ridiculez de abrazarnos, comer 12 uvas y expresar los buenos deseos de siempre (salud / dinero /amor). ¿Qué no se puede hacer eso a una hora decente, como a las 7 pm? Y es que para mí las horas de sueño son sagradas.

En la adolescencia -cuando era más mamona que ahora- a mis padres les dio por salir a restaurantes a cenar. Había que llegar como a las 9 pm y esperar 3 horas para el penoso ritual. Tengo muy presente una ocasión que me obligaron a ir y yo quería quedarme cuidando a un perrito recién nacido. Entonces, metí al chucho a mi bolsa y por ahí de las 10 me descubrieron. Aún así, nos quedamos en el lugar.

Ya adulta, seguía con mi necedad de no festejar y seguí mucho tiempo enfrascada en mi berrinche. Mi alegato siempre fue que era un día como cualquier otro, consecuencia del calendario y el paso del tiempo. -Pinches ganas de marcar hitos- decía. En realidad, nada me costaba cenar y chupar con los que querían compartir conmigo, como si fuera “cualquier otro día”.

Los treintayuno de diciembre comenzaron a ser más entretenidos en Querétaro (dosmiltres / dosmilcuatro). Hacíamos de cenar algo rico y nos poníamos borrachos. Es decir, era como cualquier otro día, pero me peinaba. (jajaja me acabo de acordar de los cabrones de Pedro y Pablo estaban impactados porque no traía puesto pants y me había maquillado).

La entrada del dosmilcinco fue muy especial para mí. Tenía dos días en Madrid y en la Puerta del Sol conocí a la que se convertiría en unas de mis mejores amigas: La Reyna. Un año después, pero esta vez disfrazada y con acento gachupín, no falté a la cita de la bola cayendo entre uvas de lata, pitos y gritos. Aquella noche me comencé a despedir de una de las experiencias que marcaron mi vida. Las Nocheviejas en Madrid son contagiosas. Son un excelente símil de mi vida madrileña: devoré a la ciudad y me dejé llevar por su alegría, cultura y forma de vivir. El papelito de la maestría pasó aun undécimo lugar.

Sin embargo, hoy no es un día como cualquier otro. No es sólo un cambio de calendario flaco por uno más gordo.

Vengo llegando de unas vacaciones en la playa en la que ninguna noche dormí bien. No era mi cama y mis perros, al sentirse fuera de lugar y con calor, jodían de más. Me levantaba a mear (¿será incontinencia por la edad? bujuju) y soñaba mucho. Demasiado. Ninguna pesadilla, pero me hacían preguntar demasiadas cosas sobre los muchos cambios que en este 2009 he tenido.

Además, salí del closet escritoderil ante mis papás.

Se me hace que soy la única pendeja que regresa de la playa con estrés en la espalda.

Por eso, decidí estar sola esta noche. Tengo podcasts por escuchar, preguntas por responder (y hacer ) y en una ventanita hay tuiteros igual de adictos que yo. Además estoy escribiendo.

Métanse las doce uvas… por donde más les guste.

martes, 29 de diciembre de 2009

¿Donde andas pinche vieja?

Y otras preguntas de la vida, el mundo computito, el amor entre insectos, blogs y etcéteras que les inquieten, favor de hacerlas aquí mero.

Prometo contestar con la mayor honestidad posible (osease, media ebria)

FELIZ FIN DE AÑO!

viernes, 18 de diciembre de 2009

Pa que me dejan sola si ya me conocen

Y bueno, la semana comenzó muy muy muy mal. Pero bueno, poco a poco una le va agarrando el modo, los perros corren como almas endemoniadas y la tucita me saca reverendas carcajadas en las que hasta eso de "dame la pistola para dormir tranquila" tiene nuevo significado. Creo que soy la única que se intenta curar el corazoncito viendo Los Tres Huastecos en yutub, ja.

Entonces sé que estaré bien.

Hablando de reír, chequen mi primer post en No le cuentes a mi padre. ¿Que es lo que quieren las pinches viejas? Hasta videíto tiene.

Además quiero agradecer a Agustín y a Luis, que me mandaron posts de invitados para el blogcito cochinón, snif. También gracias infinitas al Poeta sin inspiración, Rurie, Rojo y Spider que se unieron al proyecto y que lo están haciendo con un chingo de ganas.

Me gusta que la gente escriba, pero más me gusta que lo hagan con ganas :)

Quien quiera participar, ya sabe. No escriba con "k" y mándenme un mail a rossymr@gmail.com



miércoles, 16 de diciembre de 2009

El gatito chino

Para este cuento, sólo me dieron a tocar un gato chino de la fortuna.
De ahí inventé todo. Algunas cosas de la repisa existen de verdad :)

Recién estrenaba marido cuando éste me dio un gordo presupuesto para amueblar nuestra casa a mi gusto. “Tú que has viajado, elige cómo la quieres decorar, cariño”. Así que la vestí de pared a pared: colgué cuadros con figuras abstractas, atiborré los libreros de roble y coloqué grandes y engañosos espejos que dan más amplitud. Cubrí el piso con alfombras en las recámaras y tapetes en las salas. No faltan las grandes televisiones, equipos de sonido y computadoras. Hay burós, mesas, sillas y sillones de colores obscuros y solemnes, acordes a un político y su nueva familia.

Sin embargo, en un pasillo, hay una vitrina de latón que desarmoniza con la elegancia de la casa. -Es mi espacio egoísta, mí pasado- le dije cuando ese gesto de desaprobación se asomó en su cara. Además, por este pasillo sólo pasa la servidumbre. Él alzó los hombros y chasqueó la lengua aceptando esa pequeña derrota.

En su interior, mi vitrina tiene un mate y su hace mucho no utilizada bombilla de metal. A su lado, una lamparita con base de alambre y pantalla hecha de pedazos de vidrios verdes. Algunos están rotos y no tiene la vela para iluminar. Un poco raspado está un avioncito de madera pintado en rojo y amarillo brillante. A la muñeca de trapo le falta un ojo, la moto-estatua de bujías se ha comenzado a oxidar y sin vodka se encuentra esa botellita de Stolichnaya que tomé en un avión trasatlántico. Al fondo, un cuadrito del arcángel Gabriel.

Alguna vez todas esas piezas estuvieron libres en los libreros de una casa que no tenía sala, ni tapetes. En vez de cuadros, había postales del mundo regadas, intentando adornar la blanca pared. Una casa en la que mucho tiempo sólo la habité yo.

Cada pieza cuenta una historia, unas personas, un lugar. En cada una estoy yo o al menos, una versión de mí. El último elemento que se incorporó a esa colección fue el gatito chino. De color dorado, su altura no pasa diez centímetros. Su larga cola apunta hacia arriba y está en tres patas, ya que la cuarta la utiliza para saludar.

En el 2010 visité Pekín. Mi estómago aún se estaba acostumbrando a su grasosa y exótica comida, pero negaba a comer en restaurantes para turistas. La fila para entrar a aquel restaurant era inmensa y yo que era amante de las multitudes, me formé. Cuando por fin fue mi turno, me asignaron una pequeña mesa para una persona, bajo una de esas lámparas-bola de techo de color rojo y dorado. Me sirvieron un té que sabía a maderas y con señas ordené lo que me pareció menos asqueroso del menú fotográfico.

En la mesa se encontraba esperándome el gatito chino; lo sostuve a pocos centímetros de mi cara para verlo mejor, mientras mis dedos sentían sus finos ángulos. Otro comensal se acercó a mi mesa con una gran sonrisa y en un inglés apenas entendible, me dijo que la tradición es tomarlo, traerlo algunos días y volverlo a liberar en otro restaurant chino. -Estos chinos milenarios tan locos- pensé. Sin embargo, pocos días después y ya habiéndole agarrado el gusto a su comida, lo liberé en una mesa para dos de un restaurante de Shanghai.

Siete años después fui a Nueva York, acompañando a mi político esposo a una gira por la ciudad. La cita diplomática era en un restaurant chino, pero en éste, a diferencia de los que conocí cuando la década nacía, había que hacer reservaciones y su menú estaba en inglés.

Mi cabello ya no era rojo, no iba sola, ni cargaba un bulto en la espalda. Pero el gatito chino estaba ahí, esperando a ser tomado, para posteriormente obtener la libertad. Le conté la historia al grupo que me acompañaba y todos me regresaron una sonrisa condescendiente. ¿Hay cosas menos banales en este mundo por hablar, cierto?

Tomé el gatito y lo guardé en mi bolso de satín y de ahí directo a la vitrina. Si yo me encerré ¿Por qué no había de hacerlo él?

martes, 15 de diciembre de 2009

¿Soñaré contigo?

Anoche caché en uno de los 8 canales que el cable me dejó gratis, la película Eternal Sunshine of the Spotless Mind, una de mis muy favoritas.

La escena que más me gusta es la del lago congelado, en la que el loco personaje de Kate Winslet (Clementine) incita a un muy temeroso Jim Carey (Joel) de que entre. El no se atreve, le dice que regrese, que si está segura, que el hielo se puede romper. Al final de la escena, ambos están recostados en el hielo, mirando las estrellas. Entonces, él dice que nunca antes había sido tan feliz.



La historia nos cuenta que el evento que desencadenó el borrado mutuo de memorias, fue una borrachera de Clementine, en la que Joel la insulta. En ese momento, él no se da cuenta que ambas caras son la misma moneda. Es la misma Clementine siendo loca, atrevida, libre, comiéndose la vida. Sólo que en vez de estrellas, ahora hay aliento alcohólico.

Hace algunos años, yo me di cuenta de eso. Nuestra forma de ser es una, pero las demostraciones de lo mismo, son diferentes y a veces, no muy gratas. Desafortunadamente, no puedes partir la moneda en dos y tirar lo que no te gusta.

Cuando los recuerdos están siendo borrados de la mente de Joel, él se da cuenta de "la moneda" y trata de evitar que Clementine desaparezca de su memoria, como este diálogo:
Clementine: Look man, I'm telling you right off the bat, I'm high-maintainance, so... I'm not gonna tip-toe around your marriage, or whatever it is you've got goin' there. If you wanna be with me, you're with me.
Joel: Okay.
Clementine: Too many guys think I'm a concept, or I complete them, or I'm gonna make them alive. But I'm just a fucked-up girl who's lookin' for my own peace of mind; don't assign me yours
.

Y una vez borrados, los personajes se reencuentran y vuelve a aparecer esa línea:
Clementine: I'm just a fucked up girl looking for my own piece of mind, I'm not perfect.

Y los Okays que van mucho más allá de estar de acuerdo: el recuerdo de un pasado común no existe, pero ellos son los mismos y la atracción continúa, esa no se puede borrar.

Por supuesto, la premisa de borrar un recuerdo es un recurso literario / cinematográfico. La forma de almacenar en nuestro disco duro tiene un formato que aún no se termina por entender. A veces es un olor, a veces sólo una imagen que desencadena un gran recuerdo.

Dudo que alguna vez a nuestro consciente se le olvide alguna de nuestras relaciones. Sin embargo, creo a nuestro subconsciente es más selectivo y en sólo en sueños reaparecen.

Yo sólo sueño con 2. En unos años sabré si son más.

lunes, 14 de diciembre de 2009

De cochinadas y emociones

Antes de ir a la FIL, volví a leer los Diarios del fin del mundo. El orden quedó perfecto y descubrí en algunos cuentos, cosas que en la primera revisión no me había dado cuenta.

Mi cuento lo leí en voz alta ante los participantes de mi taller de escritura y al final, se me quebró la garganta. Estaba emocionada, porque es mi texto en papelito y por el personaje que aparece al final. Algunos, incluyendo la inspiración de ese personaje no entendieron mi cuentito… que se le va a hacer.

Caminando por la FIL veía las toneladas y toneladas de libros que hay para ofrecer. Y yo tengo tres ¡hojotas y media! Qué impresión.

Leyendo la autobiografía “Quién soy, Dónde estoy, Qué me dieron” de José Agustín, me di cuenta que así escribiré la autobiografía que estoy haciendo. La había planteado en formato de blog, pero eso apesta. Lo loco es que esos “on writtings” los escriben DESPUÉS de haber escrito un libro, no antes. Bien original yo.

Pero bueno, tanta mamada es nomás para anunciarles que ahora sí, No le cuentes a mi padre deja de ser beta y comenzará a llenarse de cochinadas y suciedades que tanto nos gustan. Por ahí hay tres cuentitos míos, que si bien ya los conocen, tienen más escenario, para que mi maestro se sienta orgulloso de mí.

También está Agustín Fest, el mismísimo Árbol como invitado del día inaugural. Y el Poeta sin inspiración hizo un poema bien cachondito.


Dense la vuelta y díganme que opinan. Muchas gracias, valen mil.

PD. También planeo escribir en Recolectivo, pero aguántenme tantito!.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Ayer me cagaron los pájaros y otras trivialidades.

Yo vivo en el cerro. Y lo mejor de vivir en el cerro es bajar por las tardes, justo cuando el sol está cayendo y el horizonte se torna rosa-naranja turquesa. Las luces de la calle aun no se encienden, y las casitas se ven como de maqueta. Así que ayer bajé a esa hora y los pajaritos se disponían a dormir en los árboles del camellón.

Putos pájaros.

Le pusieron una cagotiza a mi coche recién lavado. Así como que no es muy bonita la tarde queretana.

***

La semana pasada para irme a la FIL, lo hacía en minibús (ruta 626) porque me salía más barato y rápido que llevar coche. Y yo no sé porque chingado la pinche gente se sienta del lado del pasillo, teniendo libre el lado de la ventana. Del lado del pasillo te pueden arrimar el camarón al hombro o darte un bolsazo, o aventarte el tufo. Además que el que está de junto, se atraviesa constantemente.

No lo entiendo. Subía al camioncito y todos los lugares ocupados eran del pasillo. ¿Apoco creían que no les iba a pedir permiso para pasar?

Como sea, me di cuenta que soy demasiado correcta y mamona con la gente que no conozco. Les hablaba de usted y sin saludar. Muy distinto fue mi “¿Disculpe, me da permiso?” al coloquial de un chavito de gorra y pants rotos “Hola amigo, ¿me das chance?” o el “¿Si me deja pasar? De una señora con cara de malcogidez.

***

Ayer perdí durante una hora más o menos mi celular. Me puse histérica y de pésimo humor. ¿Y así me quiero comprar un teléfono bueno para tuitear? Hasta me dolió la cabeza. Para acabarla de amolar, tenía que ir con mis vecinos a poner mi carota y pedirles de favor que me presten su credencial para votar y me firmaran un hojita con sangre porque el gobierno no cree que vivo en Querétaro.

Mi vecina me preguntó que como me sentía como “ama de casa” y si pronto pensaba tener un bebe. ¿WTF? Y otro vecino no estuvo y no puedo hacer el tramitito.

Post pendiente: Cómo comprobarle al gobierno de Querétaro que vivo aquí.

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Ayer pase por un Toks y había una posada de empresa. ¿Tan gruesa está la crisis que ya no les alcanza para un lugar menos cutre? (hace mucho que no decía cutre, ustedes disculpen). Como sea, estaba pensando que es genial no estar en una empresa esta navidad: Que hueva los intercambios, los compañeros ñoños borrachos que se te acercan demasiado porque están borrachos, la clásica pregunta ¿Qué vas a hacer en navidad?. Y sobre todo, que hueva trabajar. JA.

Así que yo sola haré mi posada, mi intercambio y me insinuaré cochinadas. Ódienme.

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Terminé "la Tumba" de José Agustín con unas ganas locas de ir a chilangolandia y chupar puro jaibol. A ver si así hablo con onda.

***

Valerie es muy bonita (rojita y pequeña), pero no me da el ancho. Es lenta, se traba y no tiene cidi. En resumen: necesito una compu nueva y estoy en búsqueda de una de escritorio de seis mil pesos. ¿Alguna recomendación?

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Que no se encuentre una gringa

Para este ejercicio, se me solicitaron personajes y escenario. Si los transporto a la estación ranchera, ya chingué.

Faltaban apenas tres minutos para la salida del autobús y pensábamos aprovecharlos por completo. Por eso, nos besábamos con pasión, a labios abiertos y manos exploradoras. El que los demás viajeros se incomodaran nos tenía sin cuidado. Una vez que Daniel tomara aquel autobús, sólo Dios sabía cuándo lo volvería a ver.

Cuando el empleado de Greyhound anunció la salida inminente de ese apestoso autobús, nos separamos. El llanto ensuciaba mi vista, pero aún así, no pudo apartarse de Daniel, que subía a su destino primermundista. “Que no se encuentre una gringa / que no se encuentre una gringa” rezaba en mi mente.

El autobús se alejó de la estación y yo me senté en una de esas incomodísimas sillas de plástico azul a continuar con mi letanía. Quizás, si lo repetía diario y con fe, mi plegaria se haría realidad. Así lo había hecho desde que vi el infame boleto comprado.

Desolada, miraba con asco aquella estación de autobuses pueblerina. El piso estaba tan sucio que era imposible ver su color original. Casi no había luz y el olor a garnacha quemada apestaba la minúscula sala de espera.

Tirado en el piso, un indigente haraposo jugaba con una cámara de fotos digitales. Traía puesto un gorro negro y un guante del mismo color. Sólo uno. Un guante sin pareja, una mano fría en este invierno. “Sé lo que se siente” pensé, suspirando con resignación.

Desvié la mirada de aquel hombre. Ver la decadencia tercermundista me hacía recordar las palabras de Daniel. “En el norte no hay pobres” me repetía con admiración casi fanática de los hijos de Micky Mouse. “En el norte no estoy yo” le contestaba besándole los ojos. Sentí un fuerte dolor en el pecho, lo que me hizo subir los pies a la silla y abrazar mis piernas muy junto a mí. Clavé mi cabeza en el hueco que quedaba entre ellas, dejando las lágrimas correr.

Gritos y golpes me sacaron del trance. Mano-Fría se peleaba con otro indigente –gordo y peludo- por la posesión de la cámara. Tenía la mano sin guante, enredada en la sucia greña de su contrincante y le sostenía la cabeza con firmeza. El puño vestido estaba cerrado y golpeaba con fuerza los flácidos cachetes cubiertos de barba.

El gordo ya sangraba cuando la “seguridad” de la estación los separó. Ellos, por supuesto, opusieron resistencia. Entre gritos, mentadas y golpes contenidos, la cámara digital salió volando directo a mis pies. Nadie notó cuando la recogí, ni cuando comencé a recorrer las fotos con curiosidad.

En la primera foto que se mostraba estaba yo, devorando la boca de Daniel. Me asombré y seguí recorriendo las fotografías. Una a una, se mostraba la misma escena pero con distintos protagonistas y fechas. Todo un romántico resulto Míster Mano-Fría. Tal vez y aún sigue esperando a su amada, tal vez así termine yo.

Esos absurdos pensamientos se encontraban en mi cabeza cuando en esa minúscula pantalla apareció una vez más Daniel. Pero la fecha era de ayer y la mujer, mi prima Ramona. “Puta vieja” exclamé con rabia.

Al parecer, mi oración había sido escuchada. ¿Pero tenías que tomar las cosas así de literal?. Dios es hombre, me cae.

Los consejos de mamá

En este ejercicio tenía que delinear personajes. Pero pasan tantos, que ustedes díganme si lo logré :)

“Mide tu tiempo hijita” rebotaba en mi cerebro mientras seguía platicando con Lina, una colombiana caliente, de melena alborotada y sonrisa automática que vivía conmigo. Solíamos platicar entre risas e interrupciones mutuas. Aquella mañana, tratábamos de armar el rompecabezas llamado: que-pasó-en-la-peda-de-anoche. Yo tenía un vuelo que tomar a Amsterdam a las 3 de la tarde y aún no tenía la maleta preparada.

Pero estaba confiada en mis tiempos y rutas. Los consejos subconscientes de una madre que se encuentra al otro lado del atlántico no me alteraban. Ya hacía tiempo en que mi “nueva” ciudad había dejado de ser “nueva”. Era ama y señora de mis dominios, de mi tiempo, de mi vida. Además, el acento, la ropa y corte de pelo gachupines me hacían mimetizarme en esa masa amorfa de gente que recorre en metro los subsuelos de Madrid. Túneles que yo conocía casi como si los hubiera cavado con mis uñas de silicona.

Cuando Lina me abrazó para despedirnos vi el reloj de la sala: sus manecillas marcaban las doce y media. Pensé que tal vez y tendría que correr una vez que llegara al aeropuerto. No le vi ningún problema. Como sea, mi maleta al hombro apenas y pesaba. Como experta viajera sabía la cantidad exacta de ropa que llevar.

El metro no estaba tan lleno. Aquel sábado de otoño los madrileños estaban relajados y sonrientes. Aunque el calor comenzaba a ceder, aún no era tiempo de que esas señoras de pelo corto y rubio sacaran sus abrigos largos de piel que las hacen ver como osos emperifollados. En cambio, unos jóvenes escandalosos con piercings si traían suéter y me pregunté si el no cargar con el mío a la cintura había sido un error.

Estaba feliz y confiada, ese viaje al Oktoberfest lo había deseado y planeado desde que comencé con mi vida alcohólica. Nada podía salir mal. Con canciones de pop español en mis oídos, me sujetaba fuertemente de la barra superior del vagón, ya que decidí no bajar mi maleta del hombro, al fin que ni pesaba.

Faltaban algunas estaciones para mi destino final cuando los operadores del metro nos bajaron del vagón e indicaron que había que continuar en un autobús, ya que parte de la estación se encontraba en construcción. Pensé en el tráfico a nivel del suelo en un puente de vacaciones, por lo que decidí tomar un tren de cercanías que me dejaba en el aeropuerto. Mi guía roji cerebral me indicaba que era la mejor opción.

Caminé hacia el transbordo y me di cuenta que lo estaban remodelando. No me parecía fácil comprender la utilidad de aquella construcción. Era una sala de exhibición que intentaba pasar por encima de las vías. Me sentí defraudada y ansiosa. ¿Por esa tontería me retrasan? Para qué construyen esas pendejadas, en una estación tan transitada, como ésta.

Cuando llegué al andén del tren, lo vi partiendo. Maldito Murphy y sus leyes... Impaciente, vi la tabla de tiempos: 15 minutos para el siguiente tren. Pasaron dos trenes del lado contrario y comencé a dudar de mi sabiduría sobre el sistema de transporte. ¿Y si había leído mal la tabla de tiempos? El agobio se sentía en mi garganta y el “mide tu tiempo, hijita” se repetía en mi cerebro cada que veía el reloj del andén. O sea, cada dos minutos. ¿Estaba bien ese reloj de mierda? Los segundos se alargaban y la maleta se hacía más pesada. Comencé a sentir gotitas de sudor en mi espalda a consecuencia de los nervios y del peso que cargaba. De pronto, un fuerte aire se coló a la estación y a mi blusa de tirantes, lo que me hizo estremecer. “Llévate un suéter, hijita” se repitió automáticamente en mi cabeza. Sólo faltaba que me enfermara.

Me enojé con mi madre y con sus consejos insertados en mi corteza cerebral. Comencé a reprocharme el no haber salido antes de la casa por estar hablando de pendejadas con Lina. Estaba a punto de auto-cachetearme cuando llegó el tren y me subí.

Los trenes de cercanías son de largo trayecto, por lo que el tiempo entre estaciones es mayor... ¡Pero no tan mayor! Por las distancias que había entre cada una, comencé a sentir que llegaba a Francia. El vagón iba prácticamente solo y tuve la oportunidad de ocupar dos lugares al momento de sentarme: uno para mí y otro para mi maleta, la cual se había fundido a mis hombros. El sudor continuaba y tenía muchas ganas de llorar. Estaba segura que iba a encontrar el check-in cerrado. Ya me veía rogando a las empleadas del mostrador, inventando algún abuelo muerto o una junta importante. Me insulté en mexicano, colombiano, inglés y gachupín. Ya ni la chingaba.

Por fin llegué a Barajas. El reloj marcaba 2:15, que era la hora de cierre del vuelo. Aún así, decidí correr. Capaz que el vuelo se retrasaba… suele suceder, podría tener suerte, ¿cierto? La maleta a mis hombros pesaba como si cargara piedras en vez de ropa, por lo algunos metros después comencé a sentir que mis pulmones se escapaban por la garganta. Decidí bajar mi ritmo y seguir a pasos largos pero constantes. Aún así, veía desdibujada a la gente que pasaba a mi lado. Eran sólo una enorme mancha por sortear.

A las 2:25 llegué al mostrador de KLM, quienes ya voceaban mi nombre completo. Me identifiqué, e hicimos el trámite para obtener el pase de abordar. Por fin, bajé esa horrible maleta de mis hombros y me indicaron que corriera a la sala de espera B. Supuse que me iban a regañar, pero ni una palabra. Para eso ya tengo a una madre mexicana pegada al subconsciente.

Cuando abordé y me senté en el lugar indicado en mi boleto, aún me sentía abrumada, histérica, llena de adrenalina. Mis sienes palpitaban y en mi blusa se notaba mi transpiración. Con los hombros adoloridos, me recargué en el pequeño asiento y prometí hacer más caso de los consejos de mamá. Lamentablemente, apenas aterrizaba el avión cuando desobedecí un “No hables con extraños, hijita”.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Crónicas FILiescas 2009

De miércoles a domingo de la semana pasada, estuve en Guadalajara con el objetivo de asistir a la FIL (Feria Internacional del Libro). Para mí, esta semana es un Oktoberfest pero de libros y cerveza. Por supuesto, hay mucho libro de superación personal y porquería paranormal empuercando el ambiente, pero también hay conferencias chingonas y uno que otro autor ídem.

El miércoles y con mi look moreno (que odio, quiero mi pelo rojoooo, snif), intenté asistir a una conferencia llamada "La web 2.0 y su impacto en el mundo de la edición, la librería y la lectura" pero como no soy editora ni me registré antes me mandaron a la chingada. Según esto Jorge Pinto estaba como conferencista, pero supongo que era éste Jorge Pinto espurio. Decepcionada y para aliviar mi dolor, me compré dos libros de Garibay. Después entré a una conferencia de Juan Villoro, quien es un tipo amenísimo y con un humor chingón. Le compré dos libros. Saliendo, me encontré uno de José Agustín a 70 pesitos y dije “pues ya que”.

El jueves y después de zamparme unas quesadillas en Santa Tere, vi a Guffo para arreglar algunos asuntitos de la presentación del sábado. Para la comida, Chilangelina tenía un estómago más que dispuesto para las Karnes Garibaldi. Apenas la conocí y sí, es una viejota muy guapa. Por la tarde y junto a sus amigas Concha y Jazmín, entramos -y nos salimos- de algunas conferencias. También fue el día en que Mario Vargas Llosa me estafó: Le compre un libro y no llegó el desgraciado a la firmita. Por la noche, cena-chisme-recorteada con mis primitas.

El viernes por la mañana me dediqué a recorrer sexshops. No sólo de libros vive la mujer. Por la tarde-noche volví a la FIL, pero me engenté muy rápido, ya estaba atascado y ese día había venta nocturna. La verdad es que en la FIL no están más baratos los libros. Si acaso, te encuentras algún clásico en 25 pesitos, pero el precio es el normal de lista. Así que no conviene gastarse el aguinaldo. Kabeza se reportó y quedé en alcanzarlos (andaba con Guffo y los demás moneros) en el centro, pero cuando llegué ya iban de salida y tenían cosas de moneros por hacer. Damosamente, saludé a los presentes, entre ellos Cavazos y Pinto (no espurio). Me llevé a Kabeza a cenar y lo dejé en su hotel a una hora muy decente.

El sábado desde tempranito fui a la FIL para la conferencia de Guffo, El Mudo, Bachán y compañía y luego corrí a la de Chilangelina, que era a la misma hora, pero más larguita. Me quedé en el encuentro de periodistas escuchando a Rubén Luengas. Volví con los moneros, en la entrega de un reconocimiento a Palomo, conocí a Cavazos (con quien me tome foto) y a Cucamonga. Además traía mi playera de Isabel. Fui a comer a mi casa y descansé un poquito, porque tenía el presentimiento de iba a necesitar fuerzas.

Por la tarde llegó Luis y para que se callara (comenzó a mentar madres de tapatilandia), lo llevé a comer una sopita. Con la panza llena, recogimos a Chila, Concha y Renato.

Los primeros asistentes

Puntualitos estábamos en la Pulquesa para comenzar a chelear. Ya estaban ahí Mario y Angélica, mis compas desde aquellos años del foro sin nombre. Guffo no tardó en llegar y como a las 9 o algo así comenzó a caer la raza, por lo que nos movimos a la terracita. El clima fue bueno con nosotros y se estaba bastante a gusto. Las cheves (2x1!) empezaron a rolar y la plática a animarse. Además que andaba por todos lados, conociendo a los que asistentes. Soy malísima con los nombres y más si no los tenía presentes como lectores / blogueros. Así que de ante mano una disculpa por los nombres que se me van. Poco después de que Kabeza y Beto llegaron nos tomamos LA FOTO del recuerdo.


También llegaron mis papás y hermana, a quienes les presenté todos mis amiguis-bloggers. No sé cuantas cervezas después llegaron Mamasan, Postdata, Caballo Negro (Jorge Cavazos), y Zónico (mi tapatío favorito, que nos regaló un cidi), GeZeta (y compañía) y Iosephus que se unieron a Vicky, DudeDuda (que está bien loca), Vizente, Alex y otros pseudocomputitos, Natalia y su mamá (que son a toda madre), el de Honduras y su vieja y el "Chemo" (o algo así)que nos trajo un tequila de nomamesquebuenoestá. Ah y los compas de la Chila, quien demostró ser toda una socialité. Una vez más disculpen los nombres faltantes, pero ya estaba un poco peda.

Un agradecimiento especial para Anaíta y a la gerencia del Pulcasa, por tratarnos tan bien. El lugar está harto recomendable. En la planta baja es posible platicar y arriba está como más para el ligue.

A las 2:30 salimos a corretear a sabequeviejabuena a quien aman todos los moneros y después de que nos corrieron de un bar de sabedonde donde tomé fotos artísticas y perdí mi bufanda-boa morada y me dediqué a repartir borrachos.

En verdad un agradecimiento muy grande para los que asistieron. Me encantó verlos/conocerlos, son a toda madre. Espero que se la hayan pasado chingón, yo ni en un lugar me podía quedar, por estar en la comadrera con todos.

Y gracias a los que compraron el libro, con la edición superespecial que incluye a Caballo Negro.


Un beso grande a todos

jueves, 3 de diciembre de 2009

Peda-Presentación en Guadalajara

Este sábado 5 de diciembre Guffo, Chilangelina, Luis, Kabeza, Beto y yo, no estaremos presentando el libro "Diarios del fin del mundo", ni tampoco estaremos en la FIL. Aunque sí intentaremos vender libros, emborrachar gente y robar virginidades.

La cita: La Pulquesa. López Cotilla 1885. Desde las 8PM. UNA cerverza GRATIS para los primeros CINCUENTA asistentes.

En esta página de feisbuk esta la información de la peda-presentacion, así como un mapita para los perdidos.

Los esperamos!

martes, 1 de diciembre de 2009

On Writting

1. A un mes y algo de haber renunciado, ando un mucho perdida, tengo algunos proyectos, pero no me organizo. Siempre brinca algo y termino haciendo otra cosa. Hago mucho y nada al mismo tiempo. Ya decidí que tengo que hacer un plan diario y seguirlo. Ahora que regrese de la FIL.

2. En mi taller, tengo 45 minutos para escribir un cuentito. Y siguen saliéndome como posts, divago y no voy al grano. Cuando reescribo, ya queda bien y cumplo con la asignación solicitada. Eso me molesta, pero supongo que es parte del proceso.

3. El miércoles pasado, llegó una niña de 15 años a la clase e hizo un cuentito que a todos nos dejó boquiabiertos. Se le pidió escenario y puso en un patio de escuela (a la hora del timbre) dos personajes perfectamente delineados. ¿Qué onda con las nuevas generaciones?

4. Ya tuve mi primer problema POR escribir. Fue con gente de la universidad a la que asisto que se sintió ofendida por mi post de “Queretanas y Cabronas” y “Las mascaras de la calle Altamirano” de nolecuentes.com. El asunto me molestó un par de días, situación que se agravó cuando fui acusada de “poco ética” él sábado. Lo platiqué y pedí consejos.

Ayer fui a hablar con el director del diplomado, un señor que no sólo es una eminencia en su ramo, sino que también posee la sabiduría de un maestro humanista. Entendió mi punto de vista, al explicarle el porqué de mis acciones y darle el contexto de la página. Me dijo que él no iba a hacer nada por callarme, ni su intención fue hacerme sentir mal, porque ante todo defiende la libertad de expresión y que sabe que no hay palabras buenas ni malas. Todas son palabras.

En fin, fue una buena conversación, me movió algunas cosas. Sobre todo, lo que yo soy y mi posición ante la historia. Mi reto es ser sarcástica sin utilizar el recurso fácil de la grosería. Cuando lo edite, pediré su amable opinión.

5. Todo lo anterior me hace ver que estoy en un proceso de aprendizaje, que no es fácil, pero que tengo que agarrarme los ovarios y darle. Sí, tengo miedo. Y eso es bueno.

****VA MAS DEL CHISME****

Creo que uno debe hacerse responsable de los que escribe. Si causa algún tipo de molestia, no está de más entender el origen de la misma. Tal vez y no hagas nada, pero nunca crecerás si no entiendes qué es lo que pasa. Nolecuentes.com es diferente a este blog. Aquí si tengo ese valemadrismo que comentas.

Me acusaron de poco ética porque no di el crédito de un trabajo en equipo, sin embargo, y por el tono del sitio, si nombro quien participó en la investigación, los "quemaría", ya que de entrada se, que ellos no aprueban mi manera de escribir.

El pedo es que se quiso tomar a nolecuentes.com como un sitio de divulgación histórica. Yo le expliqué al maestro y entendió muchas cosas. Le había llegado el chisme incompleto. Le dije de mi ignorancia ante la rigurosidad histórica, pues no soy mas que una aficionada. Por eso, en la re-edición sólo quise dejar bien claro que son leyendas, por si algún incauto que no conoce mi forma de redactar cae en el sitio y quiera utilizarlo para una tarea.

Me gustó hablar con el maestro, es una persona humanista y no estaba asustado por las groserías. El AMA la historia y me invitó a que comparta su pasión, que mis escritos motiven a conocer más de la misma, mas allá de la carcajada fácil (eso último lo agregué yo)

En este caso, no se trata de defender. Yo lo veo como un aprendizaje. Mis compañeritos tal vez y no lo entiendan o consideren que no es suficiente, y eso si, me tiene sin cuidado.

Pos ya.