Este blog personal estuvo activo de marzo de 2008 a julio de 2010. La continuación está en jeri4queen.blogspot.com

lunes, 10 de noviembre de 2008

Vete al sur

Un piso en Atocha no queda tan cerca del cielo, pensaba al entrar a esa vieja estación. La máquina había hecho lo suyo, me encontraba en las coordenadas y el día el correcto. Ahora sólo me quedaban 20 horas para hacer lo mío. Más que suficientes.

Había vuelto. El vivero, las tortugas, los top manta, el cielo azulísimo. Todo estaba ahí. Faltaban sus besos, mi sonrisa que enseñaba todos los dientes y sobre todo, faltaban sus dedos dibujando mi escote mientras me tomaba un cortado en la barra de esas islitas con café.

Pagué un euro y medio por el café (una ganga) y una sonrisa melancólica se dibujó en mi rostro ante el ¡Venga, guapa! del cantinero. Vi mi backpack naranja solo junto a esas bancas. Nunca había sido muy cuidadosa y las veces que perdí algo, me estaba esperando en la zona de “objetos perdidos”. Por eso es que esa pobre mochila sucia lucía tan abandonada. En un rápido movimiento la tomé y subí al tren rumbo a Sevilla. Ese bulto pesaba más de lo que recordaba.

Ya instalada en mi asiento de segunda clase, abrí la maleta. Hasta arriba encontré un Teddy Bear -Que raro, pensé- y con enorme curiosidad y prisa espulgué para que más hallaba. Una falda azul con vuelo y unas tanguitas con la leyenda “kiss me maddly”. -Muy sexy- pensé con una sonrisa torcida y me lo medí -muy pequeño para estas caderotas- .

El inventario que uno carga en una maleta dice más de ti que lo que tienes en casa. Esos siete, diez kilos serán tu vida un tiempo y hay que encontrar la manera de apachurrar bien lo indispensable, por eso me sorprendí tanto al encontrar ese oso de peluche.

El AVE aceleró y apenas me di cuenta cuando ya estaba en los suburbios de Madrid. En el 2007 y a 200 kilómetros por hora, era de los trenes más rápidos. En los de mi tiempo, sólo al arrancar es posible ver algo más que una mancha en movimiento.

¿Que mas hay? Una foto con dedicatoria me hizo envidiar a sus amigos. Un libro de Poncela y un encendedor. ¿Ya fumaba? una cajetilla lo confirmó. Recordé el placer que era fumar después de comer o con un café. Me maldecí por haberlo dejado. ¿Para que?, si al final lo que me ha de matar no es un enfisema.

Seguí espulgando con ansiedad. Cada objeto desempacado me indicaba que pertenecía a una persona muy diferente y lejana a mí. Sin duda, ella era alegre, desinhibida y con un gran futuro por delante.

Encontré su pasaporte lo comparé contra el mío. Mismo nombre, misma fecha de nacimiento, diferente cara. Su foto gritaba felicidad y la mía amargura. Y no eran las arrugas. Guardé todo antes de comenzar a llorar.

Sólo me queda esperar a mañana. Esperar haber activado las reacciones correctas al volver en el tiempo y nunca conocerlo.

Y no terminar refundida 30 años en una cárcel catalana.

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